El Sendero Ibérico Zaragozano GR 90 recorre el sistema Ibérico desde Tarazona a Badules con el Moncayo como referencia y las sierras de Vicor (o Vicort, o coloquialmente, la Vicora), Algairén y el Espigar. Se trata de una amplia zona de gran potencia panorámica y valor medioambiental donde hasta no hace mucho existía el lince ibérico. Entre enebros, jaras, retamas y aromáticos tomillos emergen algunas de las iglesias mudéjares más bellas declaradas Patrimonio de la Humanidad en 2001. La sierra de Vicor domina abruptamente el valle del río Grío y ese curioso juego de la naturaleza que semeja una ciudad encantada, la formación geológico-erosiva de "Los Abuelos".
Cuando era pequeña veraneaba en la Villa de Tobed, el pueblo de mi padre. Todavía no podía ascender por los altos montes ni entrar en la misteriosa iglesia que suponía guardaba desconocidos tesoros, porque siempre permanecía cerrada. Sí disfrutaba del olor a pino y a violeta, de las tortas y la miel, de las fresas, las cerezas y melocotones y jugaba "acotenas" y a "bandoliarme", y con las piezas de alfarería que en miniatura reproducían las de los mayores que usaban en casa en su vida diaria. Tampoco, claro, podía probar el vino allí elaborado que mis tíos guardaban en las cuevas-bodegas mientras se dedicaban, a veces, a coger rebollones llamándose por unos "motes" que no entendía.
Quien llevó una vida de eremita en los montes de Tobed que nunca quiso perder fue Ennecon de Calatayud, San Iñigo. En la iglesia de la Virgen se conserva un cuadro con esta inscripción en latín que,traducida, reza:
"Mira caminante, el rey Sancho de Castilla lo llama para la prelacía de Oña, cosa admirable. Íñigo nacido en Calatayud monje benedictino y que hace vida de ermitaño es llamado a la prelacía. He aquí una cosa admirable. El rey envía por dos veces a sus legados y dos veces Íñigo rehúsa, viene el rey y se lo ruega, e Íñigo contra su voluntad va a Oña. He aquí el milagro".
Aunque el hecho aparece documentado, el profesor
Antonio Beltrán habla de las "
tiernas tradiciones" de Tobed, lugar por el que confesaba su profundo enamoramiento. Así ocurre, por ejemplo, con el cántaro que llevaba las lágrimas de la Virgen que a la joven Justa nadie podía arrebatar: considerado el hecho como una señal venida del cielo, se encontró en el hospital de Tobed una imagen de Nuestra Señora a la que edificaron un pequeño templo que más adelante se convertiría en inigualable iglesia. La imagen de la Virgen y sus ángeles también derramaron sudor en protesta por el bautismo falso de algunos moriscos, el "licor milagroso" se recogió en un frasco de cristal que se rompió y sus fragmentos se guardaron en un relicario de plata. En otra ocasión, se quiso transportar la imagen de la Virgen en un arcón a Calatayud, pero por tres veces desapareció, por lo que se desistió de la idea creyendo que era su deseo permanecer en Tobed.
Daniel Salanova nos documenta exhaustivamente en su "Historia de la villa de Tobed", en estudio completísimo de 1986.
Tobed se liberó del dominio musulmán cuando
Alfonso I el Batallador tomó Calatayud en 1120. Dejó en su testamento sus dominios a tres órdenes militares, correspondiendo a la del
Santo Sepulcro de Jerusalén, entre otros pueblos, Tobeto. Al constituirse en Calatayud la Real Casa y Comunidad de los Canónigos del Santo Sepulcro de Jerusalén, pasaron a depender de su patronato y jurisdicción hasta la desamortización de 1837. Tobed tuvo un Comendador residente en el pueblo, que contribuía al sostenimiento del Prior de Calatayud, por ello se le concedió el título de "
Villa" en el
siglo XV. La Orden tuvo en Tobed su Palacio de verano con iglesia aneja, residencia para descanso y ocio de los canónigos.
La
iglesia de la Virgen o de Nuestra Señora es prototipo de las
iglesias-fortaleza (término acuñado por el profesor
Borrás), de estilo mudéjar, que sintetiza elementos musulmanes y cristianos. El profesor
Agustín Sanmiguel la imaginó terminada en un precioso dibujo que incluía una torre, proyectada pero no construida, que dejaba a la iglesia más perfecta, si cabe. Su fama convirtió a Tobed en centro de peregrinaciones e hizo que los reyes de Aragón y Castilla aportaran donativos que demostraban su devoción a la Virgen. Mientras, y ya desde Alfonso I el Batallador, la soldadesca aprovechaba los descansos entre batallas para mitigar fatigas de escaramuzas por estos parajes.
Un gran regalo que nunca vi en mi infancia fue el cuadro que ofreció el rey
Martín I el Humano en 1400 de una imagen de la Virgen junto a unos cabellos de María, hoy extraviados, para el que la misma Virgen serviría de modelo al evangelista san Lucas. Según el padre Faci porque
"
allí tenían nuestros reyes algunos días de recreación y deporte, para remitir algo el peso de las guerras continuas que por Dios y por la patria sufrieron".
Se trata de una tabla pintada al estilo
italo-bizantino de influencia sienesa del
siglo XIV, siguiendo la técnica de los
iconos, en que la Virgen aparece con rostro sereno y dulce. Impactan el color rosa fuerte del manto, el fondo dorado, la decoración de ramos de los nimbos, pero llaman especialmente la atención las manos de la Virgen: observe el espectador y sienta...
La pintura se guarda en un "templete" de plata labrada en 1517 en Calatayud con hojas-puertas para cerrar la tabla que queda cobijada a modo de retablo, un "palacio del cielo", para Fabián Mañas . En 2004 se construyó en el antiguo claustro un espacio museístico para custodiar con las máximas condiciones de seguridad esta importante pieza, lo que garantiza que la obra pueda seguir depositada en el pueblo para que sea posible su exposición y visita.
Siempre oí hablar a mi padre de la que se considera como mejor obra que representa a la Virgen de Tobed: la tabla italo-gótica "
La Virgen de la leche", "madona-lactans" atribuida al taller catalán de
Jaume Serra, pintura del siglo XIV que se encuentra hoy en el
Museo del Prado tras la donación de
Várez Fisa. Es una virgen de la humildad con manto de color azul ultramar con fondo de oro, rodeada de cuatro ángeles. La Virgen aparece reclinada sosteniendo al Niño con sus dedos en cálido gesto y amamantándolo. Esta tabla constituía el panel central del retablo del altar mayor de la iglesia. A su lado, se situarían otras laterales conservadas fragmentadas en el Prado, el museo Diocesano de Barcelona, el Maricel de Sitges y en colección particular. La que representa a San Juan Bautista de Sitges se ha descubierto recientemente como una pintura repintada en un 90%, dado su estado ruinoso anterior.
Carmen Lacarra y Pilar Silva han estudiado con detalle la pintura y destacan que se trata de algo mucho más trascendente que una pintura religiosa, pues es un retrato de Corte de la familia real castellana. A los pies de la Virgen aparecen Enrique de Trastámara, posteriormente Enrique II de Castilla, su mujer y dos hijos, todos ellos coronados. Es un documento histórico de un momento clave de la historia de las Coronas de Castilla y Aragón, enfrentadas en la guerra de "los dos Pedros" (1356-65) y después en una guerra civil (1366-69) entre Enrique y Pedro I el Cruel. El rey aragonés apoyó a Enrique de Trastámara, hermano bastardo del rey castellano, pretendiente a su corona, un conflicto que afectó a la frontera entre los dos reinos, con especial virulencia en el Jiloca, Calatayud y Moncayo.
Pilar Silva considera que por estilo la pintura no podría datarse después de 1365, pero Enrique es coronado rey con posterioridad a 1369, tras el asesinato de su hermano en Montiel. Enrique y su mujer costearon los tres retablos de la iglesia. Por esos años poseían territorios próximos a Tobed, entre ellos Épila donde nació en 1358 su hijo Juan y, fieles a la veneradísima virgen de Tobed, decidieron honrarla con la construcción de los retablos a modo de donación por haber sido acogidos en Aragón, más en concreto, en estas tierras, por su relación con los Luna y por tratarse de una tierra fronteriza favorable a sus aspiraciones. Si aparecen coronados es para manifestar su deseo y aspiración a una corona que consideraban legítima, con el apoyo del rey de Aragón.
El
Museo del Prado carecía de una colección de pintura como la donada por Várez Fisa: son piezas de "Alta Época" que suplen graves carencias en arte medieval y renacentista, una de las mejores colecciones de arte del mundo, valorada por algunos en 15 millones de euros. El ayuntamiento de Tobed reclamó para su iglesia la devolución de la tabla, pero siempre será un sueño largo en el tiempo, como deben de ser los grandes sueños. Los expertos hablan de mejores medidas de seguridad en el Prado y de mayor número de visitantes, que asisten con emoción en silencio eclesial a la contemplación de la
Virgen de Tobed como centro de la colección, una de las mejores joyas de las que presume en este momento el museo. Aún reconociendo lo razonable de estos argumentos, estoy con la opinión de
Carlos Sauras que comenta que "gran parte de nuestro arte ha acabado emigrado y alejado de sus orígenes, de los lugares para los que se creó" y que "a los aragoneses nos queda esperar que pueda verse en manos de sus legítimos propietarios". En concreto, en Tobed se enajenaron muchos objetos de su patrimonio artístico con razones más o menos espurias.
Tobed es un lugar festivo, un bálsamo para el alma, un privilegio de la vida en que se solazaron y descansaron santos, guerreros, religiosos, razas diferentes y reyes que dejaron una subyugante huella patrimonial con la que todos deberíamos recrearnos.
* Para una exhaustiva información sobre la iglesia mudéjar de
Santa María de Tobed, puede consultarse la web de El viaje de la libélula (
www.elviajedelalibelula.com)
La música de hoy va dedicada a mi padre. El "tenor spinto" Beniamino Gigli al que vio actuar en el Teatro Principal de Zaragoza, canta así...