lunes, 23 de noviembre de 2015

SERRABLO




                           Posiblemente, el Valle de Serrablo sea una de las zonas de Aragón más bellas a la vez que una de las más desconocidas todavía, aunque afortunadamente, cada vez menos ignorada. La zona conforma una serie de pueblos, algunos de los cuales permanecen fuera de las principales vías de comunicación, por lo que el acceso a ellos debe realizarse por caminos de difícil tránsito, sobre todo para vehículos. La comarca del Serrablo queda configurada por la sierra de Tendenera por el norte, las de Gadardiella y Guara por el sur, el río Gállego por el oeste y el valle de Broto (río Ara), al este.

          No está muy clara la procedencia del topónimo Serrablo ("Sarrablo" en aragonés). Domingo Buesa Conde y Antonio Durán Gudiol en su guía de este territorio ya afirmaron que "...Las bases documentales no nos aclaran el origen toponímico y en el campo lingüístico no se ha señalado el significado de este término. A primera vista no nos parece que tenga visos de ser voz latina y podría plantearse la posibilidad de que fuera de origen musulmán y pudiera haber nacido en torno a los siglos IX y X. Pone en duda hasta el momento esta posibilidad el silencio y ausencia del topónimo en las fuentes musulmanas conocidas...".



                                                                              San Juan de Busa



            Su incorporación al mundo romano debió ser lenta e incompleta. A lo largo del río Gállego (Gallicum) se levantarían algunas "villas" de las que tan sólo conocemos Sabiñánigo, que en el siglo V aparece como una rica explotación en manos de los Sabiniano. Durante la Edad Media, las tierras serrablesas quedaron comprendidas entre el Condado de Aragón y el de Sobrarbe, y dependieron del waliato de Huesca. En el siglo X hay que apreciar dos hechos importantes en la vida del Serrablo; en primer lugar, la frontera del Gállego fue rebasada por gentes procedentes de Navarra, en busca de nuevas tierras; por otro lado, se produce una intensa actividad evangelizadora fundamentada en la creación de varios monasterios e iglesias. Es indudable que el Serrablo se ha convertido en una tierra mozárabe, si por mozárabe se entiende una tierra de confesionalidad cristiana pero bajo dominio musulmán. Sancho III el "Mayor", en 1018, atraviesa la frontera del Gállego y conquista todo el Serrablo, quedando incorporado el territorio al condado de Aragón, dependiente entonces del reino de Navarra. En 1035, Aragón se convierte en reino con Ramiro I, hijo de Sancho III el "Mayor".



                                                                                       Oliván

       Las referencias a las localidades que a mí más me impactan por la monumentalidad artística de las iglesias que atesoran son Senegüé, Satué, Lárrede, San Juan de Busa, Susín, Oliván, Orós Bajo, 
Gavín, San Bartolomé (junto a Gavín) y Espierre, conjunto declarado BIC y Monumento Histórico Nacional desde 1982. Acerca de estos recintos, Sebastián Martín-Retortillo manifestaba en la guía citada: "...Iglesias del Serrablo. Nadie, nadie puede imaginarse que estén allí. Son iglesias pequeñas, pobres, como las casas, los hombres y las tierras en las que están. Iglesias hondamente apegadas al entorno en el que se encuentran. Iglesias también distintas, que han sido prácticamente desconocidas. Sólo en 1924 R. Sánchez Ventura da noticia de ellas. Desde entonces -y precisamente por su singularidad, objeto siempre de polémica abundante- han merecido la reiterada atención de los estudiosos. Divulgada su existencia en los últimos años como consecuencia de las investigaciones (entre otros) de Durán Gudiol y de la obra de los Amigos de Serrablo, han comenzado a ser ampliamente conocidas, siendo unánime el pasmo y sorpresa que su contemplación produce.
        El Serrablo, sin embargo, no sólo son sus iglesias. Es también, además, el entorno que las enmarca, con la brutal dureza de esas tierras... Y el Serrablo fue también una forma de vida, con sus casas, sus muebles, su artesanía...Muchos de sus pueblos han desaparecido; otros, están abandonados. Una forma de vida forzada a la autosuficiencia, al aislamiento, a la soledad...". En el paisaje todavía se dibujan las chimeneas de las casas con sus típicos espantabrujas y los desvanes en el último piso de la vivienda. Una vida que podemos comprender en la sede del Museo Ángel Orensanz y Artes de Serrablo, mientras conocemos otros aspectos de interés de la comarca como los dólmenes y santuarios rupestres. Julio Gavín ha sido el pionero en preservar el patrimonio de la zona al alcance ahora de todos.



                                                                                    Orós Bajo

           Gonzalo Borrás añade nuevos matices al conocimiento de las iglesias de Serrablo: "Aludimos a las iglesias situadas en la margen izquiera del valle medio del Gállego, versión rural con personalidad acusada del románico lombardo. Estas iglesias, carentes de decoración escultórica, presentan por lo general una nave única rectangular con ábside semicircular, en el que se concentra la decoración típica de arcadas ciegas apeando en lesenas o bandas lombardas, encintadas con gruesas molduras en forma de toro y con un friso bajo la cornisa del tejado formado por cilindros verticales, baquetones o rollos. Los huecos, con ventanas de dos y tres arquillos de herradura, van enmarcados o cajeados en dintel, que recuerda el alfiz musulmán. Aunque Durán Gudiol ha insistido en su clasificación como iglesias mozárabes, preferimos adherirnos a la opinión de Crozet que las considera simplemente como románico lombardo, con peculiaridades locales...". De todo el conjunto de iglesias serrablesas, San Pedro de Lárrede constituye el ejemplo más típico.



                                                                         San Bartolomé de Gavín


           Cuando yo las visité, me costó localizar el emplazamiento de las más modestas y escondidas. Para acceder a Espierre, por ejemplo, el camino a pie se cerraba ante la abundante vegetación. Entonces sólo vivía un lugareño que me indicó la dirección a la ermita a la que llegué a duras penas pues las acacias habían invadido hasta su interior. Hoy ha mejorado el acceso y se ha rehabilitado parcialmente la iglesia con lo que es posible percibir lo más significativo de unos rasgos artísticos únicos que asombran por su diferencia. La localidad sólo está habitada en verano por aquellos descendientes de los antiguos pobladores que no desean perder sus raíces y se afanan en conservar lo mejor posible las pocas viviendas que permanecen y los restos artísticos que definen un espacio aragonés y una época para recordar.

           El topónimo Lárrede aparece por primera vez en un documento en el año 920: en la carta de delimitación de la zona de influencia del monasterio de San Martín de Cercito. Para Canellas, "la cronología de la iglesia de San Pedro de Lárrede gravita sobre la primera mitad del siglo XI, en relación con las primeras corrientes del romanismo, pero antes de que el gran modelo jaqués haya podido inspirar al maestro de Lárrede". La iglesia fue restaurada en 1933. Todas las de la ruta tienen un encanto particular pero  probablemente la de Lárrede sea el modelo perfecto que cumple con el canon absolutamente y aporta otros elementos: posee planta de cruz latina formada por una nave rectangular y dos brazos a manera de crucero, uno de los cuales es la primera planta de la torre, el ábside es semicircular con bóveda de cuarto de esfera, bóveda de cañón que el restaurador sustituyó a la anterior barroca con lunetos del siglo XVII, que a su vez sustituyó a la primitiva techumbre de madera a doble vertiente. El muro septentrional, como es norma habitual en la zona, no presenta abertura alguna. En el occidental, se aprecia ventana ajimezada con dos arquitos de herradura, enmarcada por alfiz. En el meridional, tres ventanas de arco semicircular. La puerta de entrada presenta arco de herradura y la torre tiene tejado a cuatro aguas y ventanas ajimezadas con arquitos de herradura sobre columnas cilíndricas, y en el interior, por último, la nave está dividida en cuatro tramos por fajones.




                                                                          San Pedro de Lárrede

           El itinerario de la ruta del Serrablo puede realizarse en breve tiempo pues la mayoría de las localidades están cercanas; ampliando por supuesto la estancia en Jaca para visitar la Catedral y el Museo al menos, sin olvidar Santa Cruz de la Serós, San Juan de la Peña y el Castillo de Loarre. Cuando uno se adentra en un universo mágico de esta magnitud el tiempo no debería tener límites...