jueves, 27 de diciembre de 2018

TOVENISSA, el pueblo de mi padre






                                                                                                                           PARA JAVIER



                                                                (A los tobedanos, especialmente para los dos que hoy me mantienen unida a Tobed, y para el que se nos fue sin desearlo)                                                                      






                                                                            Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
                                                                            y un huerto claro donde madura el limonero,
                                                                            mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
                                                                            mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
                                                                                              
                                                                                                       (A. Machado, "Retrato")








                                       
                                                  Mi infancia son recuerdos de un patio de Codos... Todos los veranos se repetía lo que yo esperaba siempre con tanta ilusión: la "Fora" me dejaba justo a seis kilómetros de Tobed. Por el puerto pedregoso, con el embriagador olor del vino que desprendían las pipas, mientras uno de los tíos me contaba el cuento de "la fuente Culebrera", y el otro nos anunciaba con musicales bocinazos en todas las curvas, yo pensaba en el pueblo de mi padre. Pero para una cría aún con coletas, seis kilómetros eran demasiados para andarlos.

             Pasaron muchos años antes de poderlos recorrer. Mi ansiedad por conocer Tobed era enorme: ¿qué tendrá el pueblo de mi padre que no tenga el de mi madre? -me preguntaba. Porque en mi casa sólo se hablaba de Tobed... ¡Cuántas veces, a lo largo de mi ya extenso recorrido profesional por media España, la gente me ha interrogado con la mirada ante algunas expresiones mías! -Es que mi padre es de Tobed -me justificaba.

            Algo muy importante debía de tener, cuando a mi padre le brotaba esa palabra constantemente. Mi curiosidad aumentaba cada vez más. Y ¡por fin! un día veraniego, apareció ante mi vista una noguera impresionante que me daba la bienvenida. A lo lejos, una tierra rojiza dibujaba, junto a la ermita de San Valentín, unas figuras que no veía, pero que adquirían forma en mi imaginación al recordar las palabras de mi padre.

           ¿Cómo sería el pueblo? ¿Tendría escaleras para subir a la iglesia como las de Codos? ¿Habría también vacas furas?... No, no había escaleras, pero ¡qué iglesia! Aquí sí que mi padre se había quedado corto. No vi vacas, pero sí pinos, fuentes, huertos...

           Aquel día Tobed era una fiesta: todo eran risas y bailes. Animada por el vino de esta tierra, me dejé arrastrar por un torbellino de gentes, músicos y familiares. ¡Prácticamente todos los habitantes del pueblo eran familia mía!

           Ahora empezaba a contestarme qué tenía el pueblo de mi padre...

           Cuando pasó la fiesta, me acerqué a los pinos: el aire era purísimo, me parecía imposible respirar tanta tranquilidad. Y la noche... Nunca, en ninguna parte, he visto un cielo tan bellamente estrellado como el de cualquier noche de verano en Tobed.

          Subiendo o bajando cuestas, por algún camino o recorriendo una calle, alguien siempre me regalaba una rosa, un melocotón, una botella de vino, una torta hecha en casa.

          ¿Quién eres tú? -me preguntaban. ¿Cuál es el mote de tu padre? -me repetían. Ya no recuerdo quién me lo descubrió, pero seguramente se lo agradecí invitándole a bailar un pasodoble. Un mote de tantos años, del bisabuelo... ¡A mi padre se le había olvidado enseñármelo!

           Descubrí las bodegas, unas más grandes, otras más pequeñas, pero siempre abiertas en una invitación permanente. ¡El bisabuelo merendó todos los días de su vida -que fueron muchos-, a la puerta de la bodega, viendo el sol caer en el atardecer!

           A medida que iba conociendo más y más al pueblo, podía ir recomponiendo la historia de mis antepasados, unos antepasados que también han dejado su huella en mi sangre, unos antepasados a los que fui queriendo más gracias a Antonio, al que nunca olvidaré.

           Con los años, Tobed fue para mí aún más, algo más que el pueblo de mi padre. Hoy ya tengo mis preguntas contestadas. Y para quien piense que exagero, que se eche un sueño una madrugada, al raso, con olor a pino, y abra los ojos poco a poco a la salida del sol, viendo desde lo alto cómo se refleja en los cristales del pueblo.

           Ahora ya puedo responder: ¿Qué tiene el pueblo de mi padre que no tiene el de mi madre? Tobed os tiene a vosotros.







                                                               Iglesia de la Virgen o de Santa María. Tobed




                              Tobed, en la provincia de Zaragoza, perteneciente a Aragón (España), posee una de las iglesias-fortaleza más impresionantes y bellas de cuantas existen. De estilo gótico-mudéjar (aragonés), se construyó en el s.XIV con un concepto arquitectónico único en la España de la época, y es considerada Patrimonio de la Humanidad desde 2001. Fue promovida por la Orden del Santo Sepulcro de Calatayud con carácter defensivo por su cercanía a la frontera de Castilla ante la guerra entre Pedro IV de Aragón, el Ceremonioso y Pedro I de Castilla, el Cruel. Como he comentado en alguna ocasión, el pintor Jaume Serra realizó el retablo que actualmente se encuentra conservado en el Museo del Prado. Se la conoce como iglesia de la Virgen o de Santa María. Para algunos, la tradición de la Virgen de Tobed se remonta a tiempos de los godos y se tiene constancia de que la iglesia fue consagrada en 1066. La localidad fue encomienda de la Orden del Santo Sepulcro de Calatayud desde 1141 en que se llega a un acuerdo con Ramón Berenguer IV para compensarle por su renuncia al legado testamentario de Alfonso I el Batallador que dejaba el reino de Aragón a las órdenes militares de Tierra Santa. Esta cesión territorial comprendía un solar para levantar casa e iglesia en Calatayud, donde se establecería una comunidad de canónigos regulares con dotación de rentas de Tobed y Codos, entre otras poblaciones.



                                     





                                En el siglo XIV la Orden apoya a Pedro IV en la guerra de la que he hablado y es entonces cuando se inician las obras de la iglesia, no sin conflictos entre diferentes cargos eclesiásticos, ya que el obispo de Tarazona entendía que debía de haber otorgado su consentimiento a la vez que solicitaba las rentas correspondientes por pertenecer Tobed a su diócesis, pero se falló a favor de la Orden. En 1360, fray Martín de Alpartir contrata con Mahoma Granada, relojero moro de Pedrola, la fabricación de cincuenta mil ladrillos para la iglesia. Enrique II de Castilla, aliado del rey aragonés, donó las tres tablas de la Virgen de la Leche, San Juan Bautista y la Magdalena para presidir los altares de las tres capillas. Además, se incluye el escudo heráldico del papa Benedicto XIII en la clave de la bóveda del último tramo de la nave, en el alfarje del presbiterio y en la línea de impostas que corre por las capillas y nave a la altura del arranque de las bóvedas. Parece que la iglesia se concibió desde el principio de tres tramos y hoy la vemos con una sola torre, aunque mi querido experto Agustín Sanmiguel siempre la soñó con dos. Sorprenden su exquisita decoración interior y exterior, las pinturas y yeserías con motivos geométricos islámicos, las celosías con motivos vegetales, la techumbre o alfarje de madera pintada y la capilla de la Virgen con azulejos de Muel de colores. En el altar mayor se encuentra un icono de la Virgen obsequiado por el rey aragonés Martín el Humano, que a su vez le regaló Luis VI de Francia, representando a la Virgen con el niño en brazos pintados en lienzo sobre tabla. Se guarda en una hornacina de plata plateresca, labrada en Calatayud en el siglo XVI. La capilla se cierra con una verja del mismo siglo, similar a la de la iglesia de San Pablo de Zaragoza.






                                                                  Sierra de Algairén. Los abuelos. Tobed



                         La villa de Tobed se encuentra en el paradisíaco valle del río Grío, rodeado por la sierra de Vicor o Vicort (la Vicora) y por otras estribaciones montañosas como la sierra de Algairén y la del Espigar. Dependió del priorato de Calatayud hasta la desamortización de los bienes del clero del siglo XIX. No sólo es admirable la monumental iglesia de la Virgen, sino que también la dedicada a San Pedro Apóstol, de época más tardía (renacentista del s.XVI), es uno de los edificios más representativos, junto a otros, como el Palacio de los Comendadores y Canónigos, y el Castillo (BIC), conocido popularmente como El Palomar, fortificación medieval de origen musulmán, dentro de cuyo recinto se halla la Ermita de San Valentín, patrón de Tobed (los vecinos cuentan que su reliquia permanece en la iglesia desde hace casi 400 años, y un bonito día, el 14 de febrero, se celebra la fiesta dedicada a él, como único lugar de Aragón que posee el patronazgo del santo de los enamorados). Aquí nacieron Vicente Naharro, excelente pedagogo, el baloncestista Fernando Muscat, el actual Presidente de la DPZ, Juan Antonio Sánchez Quero, un alcalde amigo, Ángel Rodrigo Jimeno, y sobre todo, la prima de mi padre, la excelente tiradora con arco, pionera española y europea en esta especialidad, Paquita Millán Serrano, mejor deportista aragonesa de 1968, a la que el Ayuntamiento de Zaragoza le dedicó una calle (con la categoría de Avenida) en 2009, tan merecida, para lo que se decidió cambiar el nombre de otra calle ya existente, en el barrio de Valdefierro, donde residía. Compartió ese mismo año el honor de recibir la denominación de una calle zaragozana con un deportista muy querido en la ciudad, en este caso futbolista, Nayim, cuyo inverosímil gol en la Recopa de París que le dio el triunfo al Real Zaragoza, será recordado eternamente. Paquita Millán Serrano descubrió este deporte, tan minoritario entonces y más aún practicado por una mujer, al observar a unos arqueros ejerciéndolo en Grisén y desde entonces lo convirtió en su vocación. En los años 60 del siglo XX participó en diferentes competiciones nacionales e internacionales alcanzando grandes éxitos, y era habitual encontrar su nombre en los periódicos deportivos de la época. Yo la recuerdo con su Seat 600 viajando sola (hay que pensar en el contexto social de aquel momento) por diferentes países, siempre acompañada de su arco y sus flechas. Fue campeona de España en cuatro ocasiones y una de Europa, entre otros títulos, batiendo en 1967 la marca nacional en la especialidad de arco recurvo al Aire libre en la categoría Senior. Continuó enseñando este deporte a nuevos arqueros, y, siguiendo una de las milenarias tradiciones alfareras de Tobed, se convirtió en una experta ceramista.










             
                  Paquita tuvo un triste final. En 1991 el acelerador de electrones del hospital Clínico de Zaragoza fallaba en demasiadas ocasiones y en una de ellas, mi prima sufrió uno de esos fallos, el mayor fallo nuclear del campo de la medicina del mundo en todos los tiempos...




               











                                     





                          La Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, congregación monástico-militar, tuvo un origen francés, concretamente en Godofredo de Bouillon, líder de la Primera Cruzada que permitió a los cristianos tomar la ciudad santa de Jerusalén en 1099. Es la orden de caballería más antigua del mundo, nacida bajo el amparo del Santo Sepulcro, la tumba de Jesucristo, protagonizando numerosas batallas en la Reconquista contra los musulmanes. Su poder llegó a ser comparable al de las órdenes del Temple y el Hospital. El conde Ramón Berenguer IV de Barcelona otorgó tierras y encomiendas en el reino de Aragón, sobre todo en Calatayud, entre ellas Tobed y el Principado de Cataluña. Se sabe que Tobed ya existía en el siglo XII. Se identifica su nombre con la villa celtíberorromana Tovenissa, de reminiscencias literarias en los Epigramas de Marcial, pero sin que hayan aparecido restos arqueológicos que apoyen los escritos y por tanto, certifiquen científicamente esa relación, aunque en el mundo celtíbérico se habla incluso de la moneda sekaisa en Tobed. En 1144 quedó bajo la jurisdicción de los fueros de Calatayud, junto a Codos, Santa Cruz de Grío, Inogés y Aldehuela (encantadora población hoy deshabitada a la que se puede acceder andando por un pintoresco camino). Tras su incorporación a la Orden del Santo Sepulcro, el pueblo de mi padre conoció una etapa de gran desarrollo económico y social que duró siete siglos por su posición estratégica en las rutas comerciales y el cultivo de los olivos, que todavía hoy circundan su perímetro, de los que se originó una excelente producción de aceite para el que se construyó el "Molino del aceite", en la parte alta del pueblo.





                                                                  Los Abuelos (formación geológica). Tobed



                                             




                             Por la zona circula el GR 90 Tierras del Moncayo y Sistema Ibérico zaragozano, a través del que podemos conocer atractivos lugares de la comarca y alrededores, sobre todo, para los amantes del senderismo. La sierra de Vicor ofrece maravillosos parajes desde los que se contemplan singulares panorámicas, que llegan hasta las conocidas Hoces del Jalón. Desde el barrio antiguo de los Alfareros de Tobed puede comenzarse un paseo hacia lo alto para apreciar unas espectaculares vistas impagables, el de un entorno marcado por la belleza de una naturaleza de encinar y retama, así como divisar en el horizonte los restos del Castillo, ese pequeño conjunto de aire defensivo protegido por pendientes inaccesibles y un barranco que etimológicamente recibe el nombre correspondiente, Trascastillo, pero que popularmente se conoce como "Los Abuelos", peligroso lugar para el hombre pero idóneo para el refugio de los animales de carácter autóctono, algunos volando sobre el silencio. El impresionante escenario no tiene nada que envidiar a los que nos recuerdan ecos lejanos... La superficie de la plataforma del Castillo da idea de lo que debió de conformar la extensión original del conjunto fortificado. Se conoce poco de su origen y desarrollo histórico a excepción de su posición estratégica respecto a Tobed ante el avance de las tropas cristianas en la Reconquista, que se sitúa en los años inmediatamente posteriores a la toma de Zaragoza. Siempre está abierto. Este vigilante eficaz de la apacible existencia actual de Tobed, desde su ubicación en lo alto del cerro dominando el cauce del río Grío, nos regala un trocito de historia aragonesa, de patrimonio cultural, tradiciones y naturaleza... Para quienes la literatura es la vida, entre los que me cuento, Tobed siempre será Tovenissa, el pueblo donde el patrón es el amor, y por tanto, un lugar de futuro. 

                 

           
                          El 13 de febrero de 2019, víspera de San Valentín, Heraldo de Aragón publicaba en su sección de "Aragón, pueblo a pueblo" un amplio reportaje sobre Tobed, en el que se da amplia cuenta de los pilares en que se asienta su proyección en el momento actual. Así, por ejemplo, la Asociación Territorio Mudéjar desarrolla el objetivo de un mayor conocimiento y difusión del mudéjar empleando los recursos naturales que aporta este estilo artístico para generar riqueza y un mejor aprendizaje sobre todo en los más pequeños. De esta forma, el mudéjar les sirve para conocer desde otro punto de vista disciplinas como la  geometría, plástica, física o matemáticas. En 2006 se inició el primer plan de musealización del mudéjar abierto al de todo Aragón, habilitando parte del Ayuntamiento y la lonja, creando el museo parroquial dentro de la iglesia y organizando congresos y jornadas internacionales, así como visitas teatralizadas. En junio de 2018 se inauguró un espacio en el palacio de los Canónigos con piezas de la ceramista de Tobed, Conchita Gimeno. En el barrio de los Obradores -de ladrillo, teja o tapial, que funcionaron hasta el siglo XX-, se han recuperado la zona de los balseros y uno de los obradores de alfarería con su horno, únicos en España junto a otros de Almería. Ahora se rehabilita una antigua alcoholera para convertirla en museo.

                      El herrero, Manuel Cartagena -quinta generación en el oficio con taller desde 1842- continúa trabajando la soldadura a la calda en determinados trabajos como truedes, descansa-criadas, barrote cruzado aragonés, vertederas, aperos de labranza antiguos... pero también piezas modernas. La tradición apicultora se mantiene con los panales y la comercialización de la miel a través de la denominación El Colmenar del Grío, aprovechando las ricas plantas de la zona desde Codos a Miedes, que generará un centro de interpretación acerca del dulce producto. Distintas asociaciones fomentan, asímismo, la rica naturaleza que envuelve un ámbito montañoso y aumentan sin descanso incontables programas de actividades diversas: campamentos, conocimiento de oficios del campo y de animales, restauración de edificios para usos varios, edificación de otros nuevos...

                     Tobed, antes Tovenissa: un lugar de futuro. 





                                                                               Aunque no sea conmigo




                                                                                                                                                          
                                                               

martes, 6 de noviembre de 2018

HOMBRES DE LUZ









                                Hombres y mujeres andaluces con alma de libertad y espíritu de progreso han trascendido los límites de su tierra desde tiempo inmemorial, y siguen alumbrando al mundo ocupando los mejores lugares de la historia en los campos más diversos: políticos, escritores, artistas, científicos o deportistas, desde Séneca o Trajano pasando por Al Mutamid o Maimónedes hasta llegar a Regino Hernández o Rocío Molina, tantos seres de luz para la Humanidad que resplandecerán con sabor a siempre componiendo un sustrato andaluz sin límite alguno de grandeza. Así lo soñó Blas Infante cuando compuso la letra del himno de Andalucía: Andalucía por sí, por España y la Humanidad. Blas Infante, fusilado el 1936, reconocido como Padre de la Patria Andaluza, permanece vinculado a los mejores ideales y señas de identidad de un territorio a veces menospreciado, pero precursor en abrir caminos de gloria, exportador de talento a través de emigrantes o exilados, representación del genio atemporal.



                          No se entienden las palabras del "honorable" Jordi Puyol que en 1958 manifestaba: El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido... es, generalmente, un hombre poco hecho (sic), un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido poco amplio de comunidad..., la muestra de menor valor social y espiritual de España. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. E introduciría su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir, su falta de mentalidad. El "honorable" debió de quedarse tan ancho con semejante discurso despreciativo y ofensivo. Años antes, Ortega y Gasset en un ensayo contradictorio y ambiguo, "Teoría de Andalucía" dejaba asentado el tópico del andaluz perezoso, un "ideal vegetativo"... Y es que durante mucho tiempo, Andalucía fue vista como tierra de atraso, de señoritos, de flamenco y toros, todo lo cual suponía un freno a la modernización y europeización de España que ya habían propugnado los ilustrados dieciochescos. Pero no ha sido así: la historia le ha otorgado un papel crucial en el desarrollo del país.









                            Desde otro enfoque mitificador, Marguerite Yourcenar situó este territorio en la puerta del paraíso en "Andalucía y las Hespérides", tal vez seducida por el personaje de Adriano, identificando "el umbral de Poniente" con el jardín mágico que, con un ritmo de existencia continental y marítimo a la vez, le recordaban irresistiblemente a Atenas. Esa imagen idílica la recoge también Chateaubrriand: Recorrí la antigua Bética, donde los poetas habían situado la felicidad, y lo mismo, en esta ocasión sí, Ortega y Gasset: Andalucía es el único pueblo de Occidente que permanece fiel a un ideal paradisíaco de la vida. De este aroma se ha ido impregnando la cultura andaluza, con sus destierros y reivindicaciones tardías (sobre todo en el caso de las mujeres), pero también con la obra de los dos únicos poetas Premios Nobel de Literatura, Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre (y con él, simbólicamnete, la generación del 27), sugerentes intelectuales de arrolladora fuerza renovadora, exigente, abierta y cosmopolita. Y de la variedad, cruces y mestizaje se ha nutrido toda la música andaluza, que resume en su historia la banda sonora del Mediterráneo, sincretismo cultural en progresiva globalización. La aportación de la lengua hablada en Andalucía resultó definitiva en el descubrimiento del continente americano, cuyo español se forjó a partir de la norma hablada de Sevilla y ha enriquecido con aportaciones de todo tipo a la lengua española, a pesar de que la incultura haya hecho mofa del habla andaluza, una visión tópica y terruñera de la que debe huir una Andalucía universal. G. Torrente Ballester manifestó que los andaluces son los que mejor hablan el castellano, con independencia de su pronunciación. Es suyo el arte de burlar la gramática para hacer más expresiva la frase. Y el filólogo Manuel Alvar en el "Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía" revelaba la inagotable riqueza y variedad léxica del español hablado en el sur español. Altura de pensamiento, altura de humanismo, universalidad, es lo que siguen ofreciendo los hombres y mujeres de luz a los que cantó Blas Infante, sin resentimientos ni exclusiones sino con crecimiento valorando las raíces y la propia historia.





                                                                                    Leonor de Guzmán



                         He repasado ampliamente la vida y obra de más de un centenar de hombres y mujeres de luz andaluces y creo que deberían de rescatarse perfiles femeninos aún poco conocidos incluso para la propia tierra, sobre todo entre los más jóvenes. Claro que Mariana Pineda, Eugenia de Montijo, Victoria Kent o María Zambrano, por ejemplo, se codean con lo más granado de la masculinidad, como Alcalá Zamora, Cánovas del Castillo, Castelar, Murillo, Velázquez, Falla, Picasso..., de entre una extensa nómina casi interminable. Pero sin ellas, la historia de España y del mundo, no se entendería. Son pioneras de la vida, del poder y antecedentes del deseo igualitario social de nuestra época. ¿Cómo entender la monarquía española sin la figura de Leonor de Guzmán? De familia noble sevillana, era una joven viuda cuando Alfonso XI se enamoró de ella e inició una relación extramatrimonial que duró hasta su muerte. Leonor se convirtió en su mejor consejera y en una de las mujeres más influyentes de la Europa del siglo XIV. Su hijo Enrique subió al trono tras la cruenta guerra civil castellana en la que derrotó a su hermano de padre Pedro I el Cruel, inaugurándose así la dinastía de los Trastámara, que duró hasta Isabel la Católica. Fue asesinada en 1351 cuando se encontraba bajo la tutela de la reina madre María de Portugal, con la que mantenía una enconada enemistad.





                                                                                   C. Fdez de Alarcón


                               Cristobalina Fernández de Alarcón fue una escritora malagueña de Antequera cuya vida transcurrió a caballo entre los siglos más perfectos de la poesía de todos los tiempos, XVI y XVII. Hija natural, recibió una exquisita educación por parte de su tía Beatriz de Rivera, que eligió a los mejores preceptores en gramática y latín, pasando a formar parte del colectivo femenino de humanistas que denominó despectivamente el misógino (a veces) Quevedo, hembrilatinas, con Luisa Sigea, Francisca de Nebrija, Luisa de Medrano y Beatriz Galindo, entre las cuales destacó especialmente. Su importancia literaria -aunque no conservamos gran parte de su obra- le valió las airadas críticas de la pareja del momento, Góngora y Quevedo. Casada dos veces, mantuvo una relación platónica con el poeta Pedro de Espinosa de la Escuela antequerano-granadina, que, despechado, se hizo sacerdote. Mientras, Cristobalina ganaba numerosos premios en justas y certámenes poéticos  con sonetos, quintillas y comedias en verso. Lope de Vega sí que la alabó como la "musa antequerana" o la "sibila de Antequera" en su Laurel de Apolo. Entre tantos magníficos escultores andaluces, como es el caso de Alonso Cano, es curioso comprobar cómo hasta en esta disciplina hallamos a una mujer cuya obra de finales del siglo XVII, se expone actualmente en museos como el Metropolitan de Nueva York. Luisa Roldán, "La Roldana", "la sevillana rebelde", hija del escultor Pedro Roldán, aprendió el oficio en el taller de su padre. Se casó con un oficial de taller, Luis Antonio de los Arcos, lo que no tuvo la aprobación paterna, y juntos montaron taller propio en Sevilla y Cádiz, donde se conservan sus esculturas. Fue nombrada escultora de Cámara de los reyes Carlos II y Felipe V, pero, a pesar de ello, falleció ya viuda y en la pobreza.





                                                                                Luisa Roldán. Escultura




                         La dramaturga malagueña, nacida en Macharaviaya en el siglo XVIII, de familia acomodada de militares y políticos, María Rosa de Gálvez, se convirtió en un nombre incómodo de tiempos ilustrados. Casada con un primo, en Madrid frecuentó ambientes literarios y círculos cortesanos.Tras 200 años de olvido, hoy la convierten en una escritora imprescindible la calidad de su escritura y su dramaturgia diferente y audaz. Buscó visibilizar la posición de la mujer en el tránsito entre fin de un siglo y comienzos de otro. Mujer avanzada de ideas, independiente, vanguardista y con una conducta moral ajena a los valores de su época (se dice que fue amante de Godoy), se granjeó numerosos ataques que oscurecieron sus valores literarios. Ha sido considerada la primera mujer española en dedicarse al teatro, enfocado desde un punto de vista femenino y feminista en un mundo dominado por el hombre, expresando los sueños, deseos y frustraciones de las mujeres a través de las obras teatrales, como "El egoísta", en que justifica el divorcio. Sus poemas destilan un sensualismo panteísta de carácter filosófico. El afán de experimentación resultó demasiado atrevido para el momento, de ahí el malestar de los censores. Era demasiado temprano en España para la denuncia y exhibición de los peligros de la libertad...






                                                                                     Mª Rosa de Gálvez



                         La historia de María Bellido es la historia de una heroína, "la heroína del agua". Nacida en Porcuna (Jaén) en el siglo XVIII, participó en 1808 en la batalla de Bailén, trascendental en la guerra de independencia española contra Francia. Mientras los hombres acudían a las tropas, ancianos, niños y mujeres realizaban la labor de aguadores, erigiéndose María Bellido en adalid de la valentía cuando, en medio de un ataque, le ofreció su vasija de agua al general Reding, sin inmutarse cuando una bala la rompió por lo que este hecho quedó fijado como símbolo de la resistencia popular. Ya en el siglo XX, la polifacética malagueña Isabel Oyarzábal es otro caso que ejemplifica el rescate con demasiada demora de una de las mujeres más completas en su labor, hasta el punto de llegar a ser embajadora en Suecia y Finlandia. Fue actriz, escritora, periodista y activista política y social. Militante socialista, fue la primera mujer Inspectora de Trabajo por oposición y primera diplomática española en el extranjero. Formó parte de una generación de feministas cuyas aspiraciones de cambiar las condiciones de la mujer en España se truncaron por la guerra civil. Se exilió y falleció en México. Escribió para el periódico "El sol" las "Crónicas femeninas" con el seudónimo de "Beatriz Galindo", cuyo nombre se dedicó a un Instituto madrileño, de extraordinario recuerdo en mi memoria. Isabel Oyárzabal Smith escribió sus memorias "Hambre de libertad" en inglés en 1940 y han tardado 70 años en ser traducidas. Testimonian la construcción de una vida propia y libre, de una conciencia política y de un compromiso con los ideales republicanos, denuncian la insolidaridad internacional e identifican el hambre como el anhelo de cambio y de acometer algo heroico.






                                                                                         María Bellido




                         La almeriense Carmen de Burgos arrastra el prejuicio de haber sido la amante y protectora de Ramón Gómez de la Serna, según ha sido transmitido por las memorias de Cansinos Assens, y ese filtro impedía una valoración correcta, pero sus méritos son indiscutibles. Como periodista fue la primera mujer corresponsal de guerra española y la primera en escribir una columna fija en un periódico, donde utilizó varios seudónimos, el más conocido "Colombine". Como narradora cultivó diferentes géneros y tradujo del italiano. Fue otra figura clave en la defensa de los derechos de la mujer, precursora del movimiento feminista por su actitud vital y sus ideas en defensa del divorcio, el sufragio universal, la supresión de leyes sexistas y el fomento de la libertad de la mujer por la educación y el asociacionismo. Julia Uceda, sevillana, es la primera poeta que ha obtenido el Premio Nacional de Poesía en España. Profesora en Estados Unidos e Irlanda, sus primeros libros muestran una poesía comprometida para evolucionar a otra de corte más reflexivo. Ha sido reconocida como Hija Predilecta de Andalucía y con la Medalla de oro a las Bellas Artes. Para la escritora y crítica Juana Castro, su obra posee una calidad y una vigencia que parece estar escrita ahora mismo por una autora joven. No podía faltar una mujer como ilustre representante de las ciencias e investigación. Mª Dolores García Pineda, nacida en Cádiz, ha realizado trabajos sobre bioquímica analítica en el Instituto Oceanográfico y en Aberdeen (Escocia). Estudió enzimología en Jerusalén y permaneció en el grupo de Severo Ochoa en la Universidad de Nueva York. Siempre se lamentó de las trabas y obstáculos que se encontró en su camino pero confesando su ilusión permanente por la ciencia. Y para concluir con un nombre más, entre otros muchos que podría citar, la malagueña Mª Victoria Atencia, esposa de Rafael de León, fue la primera española en obtener el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, por su obra poética de cuidadísima estética. Hija Predilecta de Andalucía, es doctora honoris causa por la Universidad de Málaga. Mujeres valientes y valiosas.






                                                                                   Carmen de Burgos

                       

                          De una forma o de otra, los representantes pasados o actuales que ennoblecen la sabiduría y la existencia de todo un pueblo comparten en su poliédrica heterogeneidad una característica común: fueron o son andaluces de raigambre ajenos al estereotipo convencional de Andalucía. Su proyección nacional o universal está exenta del tópico folclórico o regionalista y su contribución histórica representa una excelencia que se vale por sí misma. Así fueron, así son, así quieren ser: expansivos, híbridos, asomados a África y Ámerica. En esa personalidad múltiple se reflejan con el orgullo de una tradición rica y diversa, hijos de una Historia que es parte de su esencia, aunque a veces no haya sido del todo grata, con una memoria del pasado que cohesiona, pero también impulsa a ser capaces de construir sobre ese legado un futuro que siga vivo, cuando los andaluces de estos tiempos difíciles sólo sean un vestigio borroso como una leve pisada sobre la arena... Porque ya lo dijo el héroe Bernardo de Gálvez: El que tenga honor y valor que me siga, y el científico Alberto Castro Tirado nos recuerda: Es posible que no estemos solos en el universo. Los andaluces y las andaluzas de todos los tiempos irradian los destellos más deslumbrantes con el fulgor de su dimensión única y eterna. Son seres de luz. Lo dijo Blas Infante.

                     
                                                                                    Qué no daría yo...


     
                     


                   


                     


                         

domingo, 16 de septiembre de 2018

CARLOTA DE MÉXICO








                                       






                                                          "Yo soy Carlota Amelia, mujer de Fernando Maximiliano José, Archiduque de Austria, Príncipe de Hungría y de Bohemia, Conde de Habsburgo, Príncipe de Lorena, Emperador de México y Rey del Mundo, que nació en el Palacio Imperial de Schöonbrunn y fue el primer descendiente de los Reyes Católicos Fernando e Isabel que cruzó el mar océano y pisó las tierras de América, y que mandó construir para mí a la orilla del Adriático un palacio blanco que miraba al mar y otro día me llevó a México a vivir a un castillo gris que miraba al valle y a los volcanes cubiertos de nieve, y que una mañana de junio de hace muchos años murió fusilado en la ciudad de Querétaro. Yo soy Carlota Amelia, Regente de Anáhuac, reina de Nicaragua, baronesa del Mato Grosso, Princesa de Chichén Itzá. Yo soy Carlota Amelia de Bélgica, Emperatriz de México y de América: tengo ochenta y seis años de edad y sesenta de beber, loca de sed, en las fuentes de Roma.

           Hoy ha venido el mensajero a traerme noticias del Imperio. Vino, cargado de recuerdos y de sueños, en una carabela cuyas velas hinchó una sola bocanada de viento luminoso preñado de papagayos. Me trajo un puñado de arena de la Isla de Sacrificios, unos guantes de piel de venado y un enorme barril de maderas preciosas rebosantes de chocolate ardiente y espumoso, donde me voy a bañar todos los días de mi vida hasta que mi piel de princesa borbona, hasta que mi piel de loca octogenaria, hasta que mi piel blanca de encaje de Alenzón y de Bruselas, mi piel nevada como las magnolias de los Jardines de Miramar, hasta que mi piel, Maximiliano, mi piel quebrada por los siglos y las tempestades y los desmoronamientos de las dinastías, mi piel blanca de ángel de Memling y de novia del Béguinage se caiga a pedazos y una nueva piel oscura y perfumada, oscura como el cacao de Soconusco y perfumada como la vainilla de Papantla me cubra entera, Maximiliano, desde mi frente oscura hasta la punta de mis pies descalzos y perfumados de india mexicana, de virgen morena, de Emperatriz de América.

          El mensajero me trajo también, querido Max, un relicario con algunas hebras de la barba rubia que llovía sobre tu pecho condecorado con el Águila Azteca y que aleteaba como una inmensa mariposa de alas doradas, cuando a caballo y al galope y con tu traje de charro y tu sombrero incrustado con arabescos de plata esterlina recorrías los llanos de Apam entre nubes de gloria y de polvo. Me han dicho que esos bárbaros, Maxilimiano, cuando tu cuerpo estaba caliente todavía, cuando apenas acababan de hacer tu máscara mortuoria con yeso de París, esos salvajes te arrancaron la barba y el pelo para vender los mechones por unas cuantas piastras. Quién iba a imaginar, Maximiliano, que te iba a suceder lo mismo que a tu padre, si es que de verdad lo fue el infeliz del Duque de Reichstadt a quien nada ni nadie pudo salvar de la muerte temprana, ni los baños muriáticos ni la leche de burra ni el amor de tu madre la Archiduquesa Sofía, y que apenas unos minutos después de haber muerto en el mismo Palacio de Schönbrunn donde acababas de nacer, le habían trasquilado todos sus bucles rubios para guardarlos en relicarios: pero de lo que sí se salvó él, y tú no, Maximiliano, fue de que le cortaran en pedazos el corazón para vender las piltrafas por unos cuantos reales. Me lo dijo el mensajero. Al mensajero se lo contó Tüdös el fiel cocinero húngaro que te acompañó hasta el patíbulo y sofocó el fuego que prendió en tu chaleco el tiro de gracia, y me entregó, el mensajero, y de parte del Príncipe y la Princesa Salm Salm un estuche de cedro donde había, Maximiliano, un pedazo de tu corazón y la bala que acabó con tu vida y con tu Imperio en el Cerro de las Campanas. Tengo aquí esta caja agarrada con las dos manos todo el día para que nadie, nunca, me la arrebate. Mis damas de compañía me dan de comer en la boca, porque yo no la suelto. La Condesa d´Hulst me da de beber leche en los labios, como si fuera yo todavía el pequeño ángel de mi padre Leopoldo, la pequeña bonapartista de los cabellos castaños, porque yo no te olvido.

         Y es por eso, nada más que por eso, te lo juro, Maximiliano, que dicen que estoy loca. Es por eso que me llaman la loca de Miramar, de Terveuren, de Bouchout. Pero si te lo dicen, si te dicen que loca salí de México y que loca atravesé el mar encerrada en un camarote del barco Impératrice Eugénie después que le ordené al capitán que arriara la bandera francesa para izar el pabellón imperial mexicano, si te cuentan que en todo el viaje nunca salí de mi camarote porque estaba ya loca y lo estaba no porque me hubieran dado de beber toloache de Yucatán o porque supiera que Napoleón y el Papa nos iban a negar su ayuda y a abandonarnos a nuestra suerte, a nuestra maldita suerte en México, sino que lo estaba, loca y desesperada, perdida porque en mi vientre crecía un hijo que no era tuyo sino del Coronel Van Der Smissen, si te cuentan eso, Maximiliano, diles que no es verdad, que tú siempre fuiste y serás el amor de mi vida, y que si estoy loca es de hambre y de sed, y que siempre lo he estado desde ese día en el Palacio de Saint Cloud en que el mismísimo diablo Napoleón Tercero y su mujer Eugenia de Montijo me ofrecieron un vaso de naranjada fría y yo supe y lo sabía todo el mundo que estaba envenenada porque no les bastaba habernos traicionado, querían borrarnos de la faz de la Tierra, envenenarnos y no sólo Napoleón el Pequeño y la Montijo, sino hasta nuestros amigos más cercanos...".





                       El texto anterior pertenece a la novela Noticias del Imperio que publicó el escritor mexicano Fernando del Paso, en 1987. Por este, otros libros y su labor en favor de la cultura en diversos ámbitos recibió el Premio Cervantes en 2015, precisamente el mismo año en que a uno de los autores cubanos actuales más interesantes, Leonardo Padura, sobre el que ejerció notable influencia, le era otorgado el Premio Princesa de Asturias de las Letras. Ambos han sido distinguidos con los mejores galardones culturales. En Zaragoza, por ejemplo, Padura obtuvo el "Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza" en el Congreso que se celebró hace cuatro años. Para el interesado en textos policíacos, Padura es una referencia imprescindible, fiel discípulo de Chandler, Sciascia, Hammett o Vázquez Montalbán, con narraciones en que no deja de criticar los aspectos más duros de la sociedad cubana y en las que aparecen frecuentemente personajes marginales que rozan la ausencia de raciocinio, como se lee en el texto sobre Carlota de México.



                      A pesar del tiempo transcurrido desde su publicación, Noticias del Imperio sigue siendo incomprensiblemente una novela poco conocida, o mejor, poco leída, tal vez por su volumen (al autor le costó escribirla diez años), siendo, como es, una de las mejores obras del siglo XX. Del Paso mezcla relato histórico con el psicológico de los monólogos de Carlota, que ocupan los capítulos impares de la novela. El escritor pretendió infundir protagonismo a una mujer sensible pero muy fuerte, segura e influyente, que pierde la razón cuando se desvanece su entorno. En la obra, la Emperatriz Carlota de México aparece encerrada en un castillo de Bélgica, tras haber transcurrido sesenta años desde la muerte de su marido, Maximiliano, fusilado en Querétaro en 1867. Como consecuencia, Carlota se vuelve loca. La sabiduría en la utilización del lenguaje adecuado a semejante circunstancia resulta ejemplar y modélica. En pocas ocasiones, la literatura ha reflejado con tanta exactitud y belleza la manifestación discursiva de una patología psicológica tan determinada.



                      Noticias del Imperio fue elegida en 2007 la mejor novela mexicana de los últimos años. Narra la intervención francesa en México y la instauración del Segundo Imperio Mexicano con Maximiliano I. Fernando del Paso, a la manera de las minuciosas y detalladas novelas decimonónicas, se documentó ampliamente no sólo acerca de los hechos históricos ocurridos sino también sobre los trastornos de las facultades mentales durante el proceso de escritura del relato. Desde diferentes perspectivas, puntos de vista y voces narrativas, Fernando del Paso establece las conexiones con los principales personajes, Maximiliano, el presidente Benito Juárez, Napoleón III o la reina Isabel II, entre otros, plasmando escenas que reconstruyen una época convulsa de la historia de México. Francia deseaba instaurar una monarquía en ese país por razones de predominio político y económico a través del hermano de Francisco José de Austria. Carlota resume en el texto anterior algunos de los hechos y vicisitudes ocurridos en su pasado. Maximiliano, a pesar de su conservadurismo, trató de modernizar al país con una cultura democrática y laica, protegiendo a las comunidades indígenas y construyendo obras de arquitectura civil que aún perduran. Benito Juárez, liberal, rechazó la invitación del emperador a participar en su gobierno, considerándolo un agente de Napoleón III. Fernando del Paso deja que sea el propio lector quien juzgue, ofreciendo la descripción de la lucha entre el ideal monárquico y la realidad de la vida mexicana, entre el boato de la corte y la pobreza del pueblo, siempre contado con el contrapunto de las letanías enloquecidas, memorables, de una demenciada Emperatriz destronada y encerrada en un castillo-prisión.



                         Maximiliano I de México, segundo emperador de México y único monarca del denominado Segundo Imperio Mexicano fue fusilado en Querétaro tras un juicio militar sumarísimo sin derecho a apelación. Fue ejecutado en el "Cerro de las Campanas" el 19 de junio de 1867, junto con otros generales conservadores. "Es un bello día para morir", dice en ese momento. Como petición especial, solicita buenos tiradores que apunten al pecho. Sus últimas palabras antes de proclamar "!Viva México!", las dedicó a Carlota refiriéndose a un reloj con su retrato: Mande este recuerdo a Europa a mi muy querida mujer, si ella vive, y dígale que mis ojos cierran con su imagen que llevaré al más allá. Lleven esto a mi madre y díganle  que mi último pensamiento ha sido para ella. Carlota de México, Carlota de Bélgica, ya en Europa, a donde había acudido en petición de ayuda a Eugenia de Montijo y a Napoleón III, tras la negativa obtenida, fue trastornándose obsesionada con que la querían envenenar. En Roma, visitó al Papa, mostrando su estado cuando se dedicaba a beber de las fuentes públicas de la ciudad. Cuando falleció en el castillo de Bouchout en 1927 aún creía que Maximiliano seguía en México. Fernando del Paso encabeza este capítulo con la siguiente cita: "La imaginación, la loca de la casa", frase atribuida a Malebranche. Por tierras mexicanas intercambian estos días cultura, noticias e imaginación, una embajada de algunos de los mejores y más significativos creadores aragoneses, que asisten al festival cultural de Querétaro. Por allí, también, sigue apasionándose locamente uno de ellos, ese hombre suave que tanto sabe de amor, de Aragón y de escribir.







                                                                                   Inolvidablemente



                         
           

viernes, 17 de agosto de 2018

Sobre el teatro en la POÉTICA luzanesca





                                                                                   Si un marinero es mar,
                                                                                   rubio mar amoroso cuya presencia es cántico,
                                                                                   no quiero la ciudad hecha de sueños grises;
                                                                                   quiero sólo ir al mar donde me anegue,
                                                                                   barca sin norte,
                                                                                   cuerpo sin norte,
                                                                                   hundirme en su luz rubia.


                                                                                 Luis Cernuda, "Los marineros son las alas del amor"






                                       El verano resulta uno de los momentos más apropiados para que los que somos incondicionales aficionados al teatro clásico podamos disfrutar de los innumerables festivales que se prodigan por toda España, como los de Mérida, Almagro, Olite, Alcalá de Henares, Olmedo o Alcántara, a los que hay que añadir las obras que pueden seguir admirándose en Madrid y Barcelona durante todo el año, así como la encomiable labor de la Compañía Nacional de Teatro Clásico con sus acertadas programaciones que hay que valorar como se merecen. Asisto con frecuencia al espectáculo que representa mejor que ningún otro la condición humana, con esa mezcla de magia, juego, poesía y rito que suscita emoción porque expresa un conjunto de pensamientos y sentimientos que siguen nutriendo el espíritu, a pesar del excesivo uso en la actualidad de las nuevas tecnologías. El teatro es un arte que transmite creencias, ideas, poder, permitiendo la interpretación personal y social de lo real o imaginado. El teatro aúna la literatura, la música y las artes plásticas para mover al público a que se cuestione lo establecido, para enseñar al ciudadano cómo mejorar y crear una sociedad más sana. A la vez, ayuda a evadirse, a soñar y a vivir: es necesario para el alma. Nunca estará en crisis.





                           Nuestros antepasados más antiguos ya expresaron a través de la interpretación sus historias -verdaderas o imaginadas-, apelando a unos espectadores que pudieran identificarse con ellas, mostrando valores humanos universales: la religión, el amor, la muerte, el perdón, la avaricia, la ambición, el patriotismo..., los valores que nunca pasan de moda. Pretendían provocar la reflexión y la catarsis, investigar la razón de las cosas, explorar los problemas de la vida y encontrar explicaciones válidas para los comportamientos incomprensibles. Con la excelencia en el lenguaje, además, a través del teatro clásico se entendió mejor el mundo: su presente, porque era el mejor medio de información, de relación, y de creación de cultura. El teatro barroco alcanzó la gloria divirtiendo y educando, y se convirtió en la base de cualquier forma de teatro posterior, con autores y obras dignos de imitación, brillantes sin descanso, aunque sus normas fueran modificándose con el paso del tiempo. Así sería hasta la época del realismo español. Pero un poco antes, un ilustrado aragonés, Ignacio de Luzán, nacido en Zaragoza en 1702, revolucionó con su Poética algunos de los rasgos de la literatura precedente, que, por lo que se refiere al teatro, había entrado en cierta decadencia. Luzán merece el reconocimiento a su labor erudita y culturalmente innovadora, que tuvo parcial influencia en obras de trascendencia en su momento como El sí de las niñas, de Leandro Fernández de Moratín, que ya planteaba entonces la problemática relacionada con cuestiones "de perspectiva de género", tan de actualidad, y eso que Moratín, con sus propias ideas teatrales, opinó sobre la Poética que "no fue estimada del vulgo de los escritores".







                                                                              Salón literario del siglo XVIII




                            Celebrada o no, el mérito de Luzán consistió en pretender otorgar a la literatura un nuevo estilo, lleno de buen gusto, para acercarla a la europea, por mucho que los críticos se empeñen en insistir que nada hubo de original en cuanto a la creación de teorías poéticas nuevas. Realmente, en lo que se refiere a las ideas sobre el teatro, lo que hizo fue aclarar, explicar y sistematizar la poética de Aristóteles, al que añadió los comentarios de preceptistas franceses como Boileau o italianos como Muratori, a los que conocía muy bien por sus estancias en Francia e Italia y los amplios estudios de sus obras. Luzán, en mi opinión, mantuvo una actitud de preceptista crítico -aun manteniendo su fidelidad a un espíritu de escuela, como recuerda F.Lázaro Carreter- que no acepta simplemente una doctrina ya elaborada, sino que se propone exponer de forma metódica, selectiva y adaptada lo que consideraba más adecuado para la España de su época, sin "copiar" en absoluto la Poética de Aristóteles, por su excesivo racionalismo y por el cartesianismo del momento (así ocurre, por ejemplo, con la unidad de tiempo). Aceptar a Aristóteles habría supuesto "perder una regla estricta" (Poética, libro III, cap.XV), y eso no lo podía hacer Luzán que buscaba la perfección en el teatro. Sin duda compuso la poética más completa que existe, presentando ideas que en España estaban en pugna con el espíritu y las tradiciones de la literatura española. Así que convendrá obviar esa especie de tablas y estadísticas que estableció la crítica con las que, dependiendo del número de veces que se aludiera a distintos autores, la Poética era más francesa, o italiana, grecorromana, ecléctica o elaborada "como los franceses".




                            Los historiadores que mencionan otras fuentes modernas son tan inexactos como los demás. Esto se debe, para R. Sebold a que Menéndez Pelayo (que siempre carga por tradición con los errores reales o no de todo lo ocurrido en España), se inventó una a modo de lista ritual de importantes fuentes secundarias que toda una generación de hispanistas repitió con devoción. Lázaro Carreter opina que Luzán creó una poética que escogía lo mejor de la preceptiva italiana renacentista, tal como habían hecho los franceses, pero enfocándola hacia un fin muy concreto, históricamente delimitado: combatir el barroco y ofrecer fórmulas para el futuro de nuestra poesía. Con ese fin quiso erigir unos modelos para ser imitados, según las obras maestras de la Antigüedad y la codificación aristotélica. Pero Luzán estaba solo en medio de una época que moría y otra que nacía. Y operó por su cuenta. Es el único representante de un espíritu, el espíritu clásico, que pudo ser y no fue en España. Parece, pues, que aunque Luzán otorgara  importancia a los tratados franceses e italianos, como observa en el capítulo I del Libro I, la influencia extranjera es secundaria, y no prestó tanta atención a la nacionalidad de sus fuentes porque, en cuanto legislador poético, su primera lealtad era a la tradición occidental y, en el fondo, importa poco cuál de las autoridades modernas sea la más citada, porque un Le Bossu o un Beni son, ante todo, continuadores de Aristóteles y sólo en segundo lugar son francés o italiano.Y las ideas aristotélicas no pueden ser consideradas como elemento extranjero en ningún país que tenga antecedentes grecorromanos.







                                                                       Canal Imperial de Aragón. Zaragoza



                              Además, bajo la influencia de la nueva filosofía inductiva sensualista con su insistencia en la observación, Pope, Feijoo y otros, resucitaron la premisa aristotélica de que las reglas de la poesía eran leyes naturales universales basadas en la observación directa y el análisis de la naturaleza. Las leyes poéticas de Aristóteles, igual que las físicas de Newton se consideraban como eternas por haber derivado de la naturaleza. La postura de observador de la naturaleza "a lo Locke" es la que mantuvo Luzán en su Poética. Por otra parte, en nombre del buen gusto y de la razón, represora de todos los vicios y excesos, se instauran unos modelos que deben ser imitados: Luzán, siguiendo una milenaria tradición retórica, propone las obras maestras de la Antigüedad. Y la fidelidad al espíritu nacional preocupaba mucho a los neoclásicos. Sólo las fuentes clásicas podían predominar en la Poética dados los orígenes y la naturaleza de la disciplina de la poética. Por tanto, un código de principios literarios y estéticos fundamentados en la naturaleza, cuando se aplica debidamente, no puede ir en contra de la libertad. A esta doctrina liberal, universal y natural la llamamos clásica, tan sólo porque las primeras noticias escritas que tenemos del proceso creativo o de las "reglas" (nombre arbitrario que se ha dado a unos principios naturales e instintivos en cuanto seres humanos hacen literatura), se deben a los autores griegos y romanos (a quienes acostumbramos a llamar clásicos), y no por otra razón. Y esto lo sabía Luzán.





                             Sin embargo, las opiniones de Aristóteles se ponen a prueba normalmente porque Luzán, además de la actitud de observador, tiene otra: la de dudar metódicamente por la influencia cartesiana recibida (a menos que sea posible reducirlas a un concepto tan claro que ya no haya ocasión de ponerlas en duda). Este procedimiento crítico cartesiano lo lleva a cabo con Aristóteles, a veces, no estando de acuerdo con él. Rusell Sebold concluye que lo que existe es un cosmopolitismo de orientación hispánica y el conocimiento de todas las literaturas principales de Europa, junto con los más importantes sistemas filosóficos antiguos y modernos. Es un nuevo clasicismo español que no pudo tener un representante más idóneo que Ignacio de Luzán. En él se muestra un eclecticismo que conjuga la autoridad de los ilustres literatos del pasado con el racionalismo cartesiano y es que simplemente está a caballo entre dos épocas radicalmente diferentes. Partiendo de todo lo dicho, podremos acercarnos a la razón por la que Luzán emplea esas fuentes y no otras y valorar el efecto que la época en que vivió produjo en su obra, así como la influencia que ejerció una nueva Poética en el sistema literario de ese tiempo.







                                                                  Puente de Piedra. Siglo XVIII. Zaragoza




                             Para Luzán, la materia poética no sólo debía de ser didáctica y moralizadora sino también generadora de belleza, es decir, nada menos que provocadora de "suavísimo placer". A ello le ayudó Aristóteles. Tras la relectura y análisis de las dos poéticas, expondré algunos datos y conclusiones. Luzán tituló el libro tercero de la primera edición de su Poética (1737), "De la tragedia y comedia y otras poesías dramáticas". En la edición póstuma de 1789 se añadieron dos capítulos importantes para conocer sus ideas acerca del teatro, pero tal vez estos capítulos se deban a las consideraciones de su hijo Juan Ignacio y del editor Eugenio Llaguno. Realmente, el "tono" de las dos ediciones es considerablemente diferente: de un estilo conciliatorio, transigente y comprensivo hacia la literatura del Siglo de Oro se pasa a otro pedante y de mayor intransigencia, por lo que el verdadero espíritu de la Poética se encontraría en la primera edición, posiblemente. El capítulo I trata "de la poesía dramática española, su principio, progresos y estado actual", en que hace una división: la popular (sin sujección a las reglas de los antiguos) y la erudita (que sigue las reglas de Aristóteles y Horacio). Admite que en España nunca se ha practicado el segundo tipo y ha dominado el primero sin razón y sin arte.




                              Así que el capítulo II tenía que considerar "las reglas que se supone hay para nuestra poesía dramática", con la idea general de que para agradar y dar gusto son necesarias ciertas reglas. Luzán defendía el Arte Nuevo de hacer comedias de Lope de Vega, porque la mayoría convenían con el sistema aristotélico, aunque presentara además otras renovadas, ya que, como afirma también en el capítulo IV del libro I de 1789, "las reglas que dejó Aristóteles para la poesía dramática son tales y tan conformes y ajustadas a la razón natural, a la prudencia y al buen gusto que sería desvarío querer inventar nuevos preceptos distintos en lo sustancial a aquellos. Estas son las que yo intento explicar en este tratado, con más claridad que hasta aquí han hecho nuestros escritores, a quienes seguiré solamente en lo que me parezca conforme a razón". Le preocupa que la obra de Aristóteles se haya mutilado, cambiado y tergiversado (por ejemplo, apenas nombra a la comedia), aparte de que las traducciones dejaban mucho que desear. Aun cuando en Italia y Francia varios eruditos habían aclarado muchos puntos, él se ve en la necesidad de emprender esta labor en España, pues la escasez de estos trabajos había sido la causa de la corrupción literaria de los últimos años.






                                                                                    Ignacio de Luzán



                           De los tres tipos de imitación que puede hacer el poeta, según Aristóteles: simplemente narrando, transformándose en otra persona y narrando por boca ajena, o escondiendo enteramente su persona e introduciendo otras que hablen, este último modo era el más perfecto y propio solamente de la poesía dramática, que comprendía dos importantísimas especies o formas: tragedia y comedia. Luzán estimaba la tragedia como la forma más elevada y perfecta para instruir y formar una perfecta conciencia de la sociedad. Tuvo su origen en los dithyrambos o himnos en loor de Baco, perfeccionados con el tiempo. De las observaciones sobre lo que mejor efecto causaba, lograba mayores aplausos y era más aprobado por los hombres sabios, se formaron las reglas del teatro. Luzán refiere que la definición de Aristóteles se prestaba a interpretaciones y confusión, pues unos hablaban de "cantar", otros de "bailar" y otros de "recitar", así que hace su traducción personal: la tragedia es "imitación de una acción grave o (como otros quieren) ilustre y buena; entera y de justa grandeza, con verso, armonía y baile (separadamente) y no por medio de la narración, sino de la compasión y el terror, purgue los ánimos de estas y otras pasiones".



                        Para adaptarse a tiempos más modernos, propuso otra definición más clara. La tragedia es una:



-representación dramática: el hecho ha de representarse por medio de interlocutores que hablen y obren de una forma activa y accionada. Parece ser que Luzán recogió este concepto, según Di Filippo, de otros preceptistas, como Robortello, Castelvestro y Cinthio. Que el fin fuera lastimoso es la novedad que se aporta respecto a las tragedias de los siglos XVI y XVII que no lo tenían.
-de una gran mudanza de fortuna, acaecida a reyes, príncipes y personajes de gran calidad y dignidad: tampoco fue realmente Aristóteles el creador de esta idea. En concreto, fue Robortello quien dio a los personajes de la tragedia la determinación de Rey y Héroe.
-cuyas caídas, muertes, desgracias y peligros exciten terror y compasión en los ánimos del auditorio: Luzán intentaba así abarcar todo tipo de tragedias.
-y los curen y purguen de estas y otras pasiones, sirviendo de ejemplo y escarmiento a todos, pero especialmente a los reyes y a las personas de mayor autoridad y poder: lo último que añade Luzán por estar en consonancia con el resto de las características de la tragedia. Aristóteles la dividió en partes esenciales o de calidad (la fábula, las costumbres, sentencia, locución, el reparto y la música), y partes integrales o de cantidad (prólogo, episodio, éxodo y coro).








                                                      Primera edición. 1737. Biblioteca Virtual M. de Cervantes



                                  El aragonés propone dos formas de entender la fábula: la que supone un remedo de la acción y la que propugna Le Bossu, tal vez inspirándose en los preceptistas italianos, que añade la instrucción moral y da lugar a tres clases de fábula, las racionales (contienen hechos de hombres o dioses), las morales (que introducen brutos con costumbres humanas) y las mixtas, mezcla de las anteriores. Las racionales encubrían la ficción con la verosimilitud y a ellas pertenecen la fábula épica y la fábula dramática, dividida en trágica y cómica, que tienen en común el ser un discurso inventado o una ficción de un hecho, con el fin de corregir y purgar las pasiones, especialmente la compasión y el miedo y dar encubierta alguna instrucción moral. Si se extrae de un hecho verdadero o histórico, entonces no será invención del poeta y faltará lo esencial (Aristóteles ya separó la historia de la poesía). Si se utilizan nombres históricos es por hacer más creíble lo que cuentan. El poeta ha de recurrir a la historia y buscar en ella un caso para adaptarlo a la tragedia, una mudanza de fortuna o grave peligro de un rey, y con este argumento encontrar la base de la tragedia con los nombres, episodios y circunstancias ajustados a las reglas del teatro.





                         La fábula debia de ser entera (con principio, medio y fin), por ejemplo, El desdén con el desdén de Agustín Moreto, con un fin "tanto más agradable cuanto más largo", o sea, "cuando las cosas hayan hecho pasaje de la felicidad a la infelicidad o al contrario". Como sobre el principio nada dice Aristóteles, Luzán sigue a Benio adoptando una postura muy lógica: se pondrá por principio aquella parte del hecho desde la cual hasta el fin no pueda verosímilmente pasar más tiempo del que requiere la fábula. Además, sería de justa y perfecta grandeza, como corresponde a toda hermosura, siempre proporcionada a la vista, como un cuerpo perfecto... Maravillosa y verosímil, aunque combinar ambos aspectos resulte difícil. Será verosímil todo lo que es creíble, conforme a nuestras opiniones. Mientras que el historiador refiere los hechos como han sucedido y así no excede los límites de lo ordinario y común, al contrario, el poeta busca siempre lo extraordinario, lo nuevo, lo maravilloso, y para ello es mejor la verosimilitud poética que la verdad histórica. Entonces, ¿el argumento de la tragedia debe tomarse de la historia o puede fingirse? Luzán admite las dos posturas porque el deleite proviene no de la ficción o verdad del argumento, sino de la buena constitución de la fábula. Aún así, siguiendo a Benio y Muratori, prefiere el argumento verdadero por ser más creíble y provechoso para los que lo conocen. Sin embargo, en la fábula cómica no cabe esta cuestión, pues la comedia no será ni mejor ni peor por el hecho de que el argumento sea verdadero o fingido, ya que las acciones de los particulares y el pueblo se olvidan y el auditorio siempre estará ignorante de los hechos aunque sean verdaderos.









                                                                      Edición de 1789. Biblioteca Nacional




                                Algunas de las aportaciones de Luzán sobre los caracteres de la fábula dramática provienen de su particular visión de la famosa regla de las tres unidades (acción, tiempo y lugar). Para él fue como un dogma inviolable en principio. "La fábula es una", porque la imitación es una y de una sola cosa. Pero en cuanto a la unidad de tiempo discrepa de Aristóteles, que había impuesto que "la tragedia debe procurar encerrarse cuanto le sea posible en un giro de sol o, al menos, exceder poco esos límites". Pero el criterio seguido por Luzán está en relación con la distinción entre tiempo real y tiempo estético, de ahí que la duración de la representación y de la acción han de estar en perfecta correspondencia. La razón es, como siempre, el principio de imitación por el que el tiempo de la representación ha de imitar al tiempo de la fábula. Si la representación dura 3 o 4 horas, el tiempo del hecho representado no deberá pasar de esa medida. Entiende que Aristóteles ha sido mal interpretado para defender y justificar su postura, un tanto extremada, yo creo. Incluso llega a manifestar que como la Poética de Aristóteles está incompleta, es posible que, en lo que falta, aclarara algo más respecto al tiempo, y hasta pretende explicar que "un giro de sol" podría implicar una parte del giro solar, con lo que el tiempo se reduciría a 3 o 4 horas, que es lo que él predica. Como vemos, en este caso, interpreta a Aristóteles según le conviene para acomodarlo a lo que él piensa. ¿Excesiva meticulosidad por influencia cartesiana? ¿Demasiada intransigencia? ¿O ideas propias modernas? Aceptará, como Corneille, que no se mencione el tiempo en la obra y extenderla una o dos horas más e incluso tolerará que un poeta dé a su fábula 12 o 24 horas, aunque esa unidad de tiempo no sea como debería de ser... Lo mismo ocurre con la unidad de lugar. Aunque Aristóteles no da normas al respecto, Luzán entiende que la razón, la verosimilitud y la buena imitación implican que el lugar sea siempre uno, estable y fijo desde el principio del drama hasta el fin. Demasiada teoría que rompería después en su propia obra, como en La virtud coronada, de la que comenta su hijo que "no observó las reglas del arte con aquella exactitud que se debía esperar de quien las había enseñado y defendido con tanta inteligencia y constancia". Y es que de la teoría a la práctica hay un buen trecho, como ocurre en la propia vida...







                                                 Ilustración para La familia de Pascual Duarte (IES P. de Rivera)
                                                                                Calatayud (Zaragoza)



                               Aristóteles divide la fábula en simple (en la que sucede mudanza de fortuna de la felicidad a la miseria sin peripecia ni agnición o anagnórisis, o sea, la conversión de persona desconocida en conocida, que remata en amistad o enemistad entre los que se ven destinados a dicha o desdicha) y complicada o implexa (en el caso contrario), pero su doctrina no parece clara en este aspecto, pues a veces defiende la primera y otras, la segunda, por ser más enredada y por tanto, maravillosa y más deleitosa y apta para mover los afectos del auditorio. Cuando prefiere la simple, Luzán interpretaba que debía tener una sola mudanza de fortuna y no dos, así que en el fondo no se estaba contradiciendo. Había dos tipos de mudanzas de fortuna: del estado feliz al infeliz y al revés, y los hombres a quienes podían acontecerles eran los mejores en fortuna, poder, riquezas y fama, y los peores, gente vulgar y hombres particulares. Además, por sus costumbres se encontraban los buenos y virtuosos, los malos y viciosos, y los indiferentes. Así resultaban seis clases de fábulas de las que Aristóteles sólo aprobó una: aquella en que los indiferentes bajan de la felicidad a la miseria, si no fraguaban su desgracia por algún delito enorme, sino por ignorancia, yerro o falta pequeña. Según los vínculos de amistad y parentesco, los hombres eran amigos, enemigos y neutrales o indiferentes. Las acciones trágicas entre amigos y parientes creaban más terror y compasión en el público, siempre que el amigo reconociera a otro amigo antes de matarlo, puesto que en otros casos, la tragedia no sería tal o no provocaría demasiado impacto. Como todos estos conceptos no le parecieron claros a Luzán, remitió a Corneille, que opinaba que el vínculo de amistad o parentesco no era absolutamente necesario. Tal vez Luzán seguía manteniendo la duda cartesiana, como en la unidad de tiempo. En cualquier caso, su revisión de las ideas aristotélicas es crítica y discrepante.





                                La fábula constaba de episodios, enredo y solución. Aristóteles no define el término de "episodio", así que Luzán lo dedujo en el sentido de constituir el modo de acción de la fábula, siendo más largos en la epopeya. Los episodios, siguiendo la teoría general que hemos visto, debían de ser propios, verosímiles, creíbles y estar unidos entre sí, porque si no, se trataría de una fábula episódica, de malísimo gusto, y hechas por capricho. El enredo y la solución serían la consecuencia natural y verosímil de la misma fábula y sólo se producían en la tragedia de éxito feliz o en las comedias. Para Luzán, los cómicos españoles, sobre todo Calderón de la Barca, se habían desempeñado con bastante acierto en el enredo y la solución de sus comedias. Otra parte de la fábula era la pasión. Luzán dice que se ha debido de perder el lugar de la Poética en el que se hablaría de ella, pues sólo aparece en la definición de tragedia: se han de purgar las pasiones por medio de la compasión y el terror. Se lamenta de que en España no se haya cultivado la buena tragedia, que podría haber sido muy útil para moderar las pasiones y el deseo del público oyente, logrando con el teatro una deleitosa escuela de moral. La pasión es una pena nociva y dolorosa, como las muertes a la vista, las angustias mortales, las heridas y cosas semejantes. Luzán creía que era necesario presentar la muerte en escena, siempre que no fuera bárbara, cruel ni demasiado horrible para no resultar increíble. Pero Aristóteles sí define la pasión en su Retórica, es aquello por lo que los hombres cambian y difieren para juzgar y a las cuales sigue pena y placer, tales son la ira, compasión, temor y las demás semejantes y sus contrarias: "todas las cosas graves entre las penosas y dolorosas son dignas de compasión y las que sean mortales, y todos los males causados por la fortuna que sean grandes. Son males dolorosos y graves las muertes y ultrajes corporales, los malos tratos, vejez, enfermedades y falta de alimentos; son males causados por la fortuna la ausencia y escasez de amigos, la fealdad, debilidad, mutilación y el que de donde procede que resulte un bien resulte un mal". Luzán pensó que con estas palabras se aclaraban las confusas interpretaciones de los comentaristas que dudaban de cuáles debían ser las pasiones purgadas por la tragedia y por qué razón.








                                                 Ilustración para La familia de Pascual Duarte (IES P. de Rivera)
                                                                                   Calatayud (Zaragoza)




                                  Las costumbres se explicaron como el carácter propio de cada persona, manifestadas por las palabras y las obras. Deberían poseer bondad, conveniencia, semejanza e igualdad. En el caso de la bondad, Luzán prefiere la opinión de Le Bossu, hacer que cada uno obre como requiere el carácter que le atribuye el poeta. La conveniencia y decoro se referían a la edad, sexo, nación, empleo y dignidad. También la Retórica arroja luz sobre los caracteres, dividiéndolos según la edad y la fortuna. En cuanto a la edad, el joven podía ser concupiscente, compasivo, burlón..., el viejo, todo lo contrario, y el hombre maduro, un poco de todo, pero de forma moderada y adecuada. El cuerpo estaba en la flor de la vida entre los 30 y 35 años y el alma alrededor de los 49 (¡qué prodigio de exactitud!). Y la fortuna podía proporcionar nobleza creando ambiciosos, la riqueza generaba insolentes, orgullosos, fastuosos y caprichosos, el poder, diligentes, dignos, honrados, y la buena suerte, piadosos. la semejanza se aplicaba a la fábula histórica, con personas conocidas por su fama o historia y las costumbres correspondientes. Por la igualdad, se debía sostener en todo el drama el mismo carácter del principio, aunque el cambio de pensamiento lógico no mermaba la psicología del personaje. Para Luzán, las costumbres fueron descuidadas por los cómicos españoles (Lope, Moreto, Calderón). Sus obras no estaban compuestas según las reglas de la perfecta poesía y por tanto, no enmendaban vicios ni defectos, por lo que les aconsejaba atender especialmente a este aspecto para no provocar daño al público sino provecho.





                                La sentencia o dictamen es el saber decir lo que hay y cuadra al asunto, y la locución o dicción, la expresión del pensamiento por medio de las palabras, igual en verso que en prosa. Las sentencias manifiestan las costumbres de cada uno, así que los pensamientos y modo de decirlos han de responder a esas costumbres y ser apropiados a la persona. Las sentencias se deben adornar con el estilo, que ha de ser claro y no bajo. Si la tragedia admite sólo personas ilustres o grandes, su estilo será alto, grave y sentencioso. La Retórica amplía estas características: el estilo se adecúa a la edad y al hábito de vida, y por tanto, al carácter, por eso no hablará igual el rústico que el educado, el estilo será patético si cuando hay ultraje se habla enojado; si ha habido cosas impías y torpes se habla con indignación y reticencia, etc. Ningún autor aprobó las tragedias en prosa, aunque la comedia podía escribirse indistintamente en prosa o verso por el principio de imitación. Pero en la edición de 1789 estableció como principio fijo que las tragedias y las comedias se deben escribir en verso, aunque una comedia en prosa bien escrita y bien representada haría el mismo efecto que el verso (recuérdese El sí de las niñas).





                            En cuanto al aparato teatral y la música, Luzán remite a González de Salas. No le interesa lo antiguo y reclama una tramoya complicada dividiendo el escenario en partes. No deben hablar en escena más de tres personas y estima que más de 8 o 10 personajes causarían confusión (por eso critica a Lope). La música no le parece necesaria, ya que no se usa el coro de los antiguos que se sustituye por el entremés y el sainete. Aunque la música mueve los afectos nunca puede igualar la fuerza de una buena representación. Las partes de cantidad de la tragedia Luzán las consideró de poca importancia para su época. En principio, no había coro, así que el prólogo, el episodio o intermedio y el éxodo o salida no parece que tuvieran sentido. Se trata de acomodar esa división al número de actos de la obra, según hubiera 3 o 5.





                              Casi todas las reglas dadas para la tragedia, servían para la comedia, según Luzán, al que no le importaba su origen pues era oscuro e incierto. Se suponía que la comedia comenzó con los cantos yámbicos que censuraban los vicios ajenos. Poco a poco la comedia fue mejorando de sus "desregladas licencias". Lo que hizo fue compararla con la tragedia observando sus parecidos y diferencias: las dos eran una representación dramática en las que el poeta se escondía enteramente introduciendo a otras personas, pero siempre con distinto fin, calidad, asunto y personajes. La tragedia reflejaba un hecho ilustre y grande de todo un estado o reino y la comedia un hecho particular que apenas se extendía más allá de un barrio. La tragedia representa las fortunas y caídas de personajes ilustres, reyes, héroes; la comedia, introduce sólo damas, caballeros particulares, lacayos y criados. La tragedia tenía un éxito infeliz, la comedia, feliz y regocijado. La tragedia mueve violentos afectos de terror y compasión para escarmiento del auditorio y moderación de sus pasiones, la comedia muestra los vicios y defectos comunes expuestos a la risa del pueblo para ejemplo y estímulo de los oyentes. La tragedia debía tener fábula simple o de una sola mudanza, la comedia, doble. La tragedia utilizaba un estilo alto y con figuras retóricas, la comedia un estilo llano, puro, natural y fácil, aunque compartían las mismas seis partes de calidad. Contra la opinión de los que creían que la comedia exigía poco trabajo, Luzán comentaba que se engañaban muchísimo y aconsejaba realizar un resumen o bosquejo previo a la representación con el fin de evitar lo inverosímil. Pretendía demostrar que no eran suficientes el ingenio y la naturaleza sin estudio y arte: las reglas eran indispensables para evitar errores que serían fáciles de detectar conociéndolas. En cuanto a la tragicomedia, basta esta sola frase de Luzán: la tragicomedia es un nuevo monstruo no conocido de los antiguos, y es que, recordaremos todos que


                                                        el sueño de la razón produce monstruos.


                 




                                                                              I say a little prayer for you