martes, 6 de noviembre de 2018

HOMBRES DE LUZ









                                Hombres y mujeres andaluces con alma de libertad y espíritu de progreso han trascendido los límites de su tierra desde tiempo inmemorial, y siguen alumbrando al mundo ocupando los mejores lugares de la historia en los campos más diversos: políticos, escritores, artistas, científicos o deportistas, desde Séneca o Trajano pasando por Al Mutamid o Maimónedes hasta llegar a Regino Hernández o Rocío Molina, tantos seres de luz para la Humanidad que resplandecerán con sabor a siempre componiendo un sustrato andaluz sin límite alguno de grandeza. Así lo soñó Blas Infante cuando compuso la letra del himno de Andalucía: Andalucía por sí, por España y la Humanidad. Blas Infante, fusilado el 1936, reconocido como Padre de la Patria Andaluza, permanece vinculado a los mejores ideales y señas de identidad de un territorio a veces menospreciado, pero precursor en abrir caminos de gloria, exportador de talento a través de emigrantes o exilados, representación del genio atemporal.



                          No se entienden las palabras del "honorable" Jordi Puyol que en 1958 manifestaba: El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido... es, generalmente, un hombre poco hecho (sic), un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido poco amplio de comunidad..., la muestra de menor valor social y espiritual de España. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. E introduciría su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir, su falta de mentalidad. El "honorable" debió de quedarse tan ancho con semejante discurso despreciativo y ofensivo. Años antes, Ortega y Gasset en un ensayo contradictorio y ambiguo, "Teoría de Andalucía" dejaba asentado el tópico del andaluz perezoso, un "ideal vegetativo"... Y es que durante mucho tiempo, Andalucía fue vista como tierra de atraso, de señoritos, de flamenco y toros, todo lo cual suponía un freno a la modernización y europeización de España que ya habían propugnado los ilustrados dieciochescos. Pero no ha sido así: la historia le ha otorgado un papel crucial en el desarrollo del país.









                            Desde otro enfoque mitificador, Marguerite Yourcenar situó este territorio en la puerta del paraíso en "Andalucía y las Hespérides", tal vez seducida por el personaje de Adriano, identificando "el umbral de Poniente" con el jardín mágico que, con un ritmo de existencia continental y marítimo a la vez, le recordaban irresistiblemente a Atenas. Esa imagen idílica la recoge también Chateaubrriand: Recorrí la antigua Bética, donde los poetas habían situado la felicidad, y lo mismo, en esta ocasión sí, Ortega y Gasset: Andalucía es el único pueblo de Occidente que permanece fiel a un ideal paradisíaco de la vida. De este aroma se ha ido impregnando la cultura andaluza, con sus destierros y reivindicaciones tardías (sobre todo en el caso de las mujeres), pero también con la obra de los dos únicos poetas Premios Nobel de Literatura, Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre (y con él, simbólicamnete, la generación del 27), sugerentes intelectuales de arrolladora fuerza renovadora, exigente, abierta y cosmopolita. Y de la variedad, cruces y mestizaje se ha nutrido toda la música andaluza, que resume en su historia la banda sonora del Mediterráneo, sincretismo cultural en progresiva globalización. La aportación de la lengua hablada en Andalucía resultó definitiva en el descubrimiento del continente americano, cuyo español se forjó a partir de la norma hablada de Sevilla y ha enriquecido con aportaciones de todo tipo a la lengua española, a pesar de que la incultura haya hecho mofa del habla andaluza, una visión tópica y terruñera de la que debe huir una Andalucía universal. G. Torrente Ballester manifestó que los andaluces son los que mejor hablan el castellano, con independencia de su pronunciación. Es suyo el arte de burlar la gramática para hacer más expresiva la frase. Y el filólogo Manuel Alvar en el "Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía" revelaba la inagotable riqueza y variedad léxica del español hablado en el sur español. Altura de pensamiento, altura de humanismo, universalidad, es lo que siguen ofreciendo los hombres y mujeres de luz a los que cantó Blas Infante, sin resentimientos ni exclusiones sino con crecimiento valorando las raíces y la propia historia.





                                                                                    Leonor de Guzmán



                         He repasado ampliamente la vida y obra de más de un centenar de hombres y mujeres de luz andaluces y creo que deberían de rescatarse perfiles femeninos aún poco conocidos incluso para la propia tierra, sobre todo entre los más jóvenes. Claro que Mariana Pineda, Eugenia de Montijo, Victoria Kent o María Zambrano, por ejemplo, se codean con lo más granado de la masculinidad, como Alcalá Zamora, Cánovas del Castillo, Castelar, Murillo, Velázquez, Falla, Picasso..., de entre una extensa nómina casi interminable. Pero sin ellas, la historia de España y del mundo, no se entendería. Son pioneras de la vida, del poder y antecedentes del deseo igualitario social de nuestra época. ¿Cómo entender la monarquía española sin la figura de Leonor de Guzmán? De familia noble sevillana, era una joven viuda cuando Alfonso XI se enamoró de ella e inició una relación extramatrimonial que duró hasta su muerte. Leonor se convirtió en su mejor consejera y en una de las mujeres más influyentes de la Europa del siglo XIV. Su hijo Enrique subió al trono tras la cruenta guerra civil castellana en la que derrotó a su hermano de padre Pedro I el Cruel, inaugurándose así la dinastía de los Trastámara, que duró hasta Isabel la Católica. Fue asesinada en 1351 cuando se encontraba bajo la tutela de la reina madre María de Portugal, con la que mantenía una enconada enemistad.





                                                                                   C. Fdez de Alarcón


                               Cristobalina Fernández de Alarcón fue una escritora malagueña de Antequera cuya vida transcurrió a caballo entre los siglos más perfectos de la poesía de todos los tiempos, XVI y XVII. Hija natural, recibió una exquisita educación por parte de su tía Beatriz de Rivera, que eligió a los mejores preceptores en gramática y latín, pasando a formar parte del colectivo femenino de humanistas que denominó despectivamente el misógino (a veces) Quevedo, hembrilatinas, con Luisa Sigea, Francisca de Nebrija, Luisa de Medrano y Beatriz Galindo, entre las cuales destacó especialmente. Su importancia literaria -aunque no conservamos gran parte de su obra- le valió las airadas críticas de la pareja del momento, Góngora y Quevedo. Casada dos veces, mantuvo una relación platónica con el poeta Pedro de Espinosa de la Escuela antequerano-granadina, que, despechado, se hizo sacerdote. Mientras, Cristobalina ganaba numerosos premios en justas y certámenes poéticos  con sonetos, quintillas y comedias en verso. Lope de Vega sí que la alabó como la "musa antequerana" o la "sibila de Antequera" en su Laurel de Apolo. Entre tantos magníficos escultores andaluces, como es el caso de Alonso Cano, es curioso comprobar cómo hasta en esta disciplina hallamos a una mujer cuya obra de finales del siglo XVII, se expone actualmente en museos como el Metropolitan de Nueva York. Luisa Roldán, "La Roldana", "la sevillana rebelde", hija del escultor Pedro Roldán, aprendió el oficio en el taller de su padre. Se casó con un oficial de taller, Luis Antonio de los Arcos, lo que no tuvo la aprobación paterna, y juntos montaron taller propio en Sevilla y Cádiz, donde se conservan sus esculturas. Fue nombrada escultora de Cámara de los reyes Carlos II y Felipe V, pero, a pesar de ello, falleció ya viuda y en la pobreza.





                                                                                Luisa Roldán. Escultura




                         La dramaturga malagueña, nacida en Macharaviaya en el siglo XVIII, de familia acomodada de militares y políticos, María Rosa de Gálvez, se convirtió en un nombre incómodo de tiempos ilustrados. Casada con un primo, en Madrid frecuentó ambientes literarios y círculos cortesanos.Tras 200 años de olvido, hoy la convierten en una escritora imprescindible la calidad de su escritura y su dramaturgia diferente y audaz. Buscó visibilizar la posición de la mujer en el tránsito entre fin de un siglo y comienzos de otro. Mujer avanzada de ideas, independiente, vanguardista y con una conducta moral ajena a los valores de su época (se dice que fue amante de Godoy), se granjeó numerosos ataques que oscurecieron sus valores literarios. Ha sido considerada la primera mujer española en dedicarse al teatro, enfocado desde un punto de vista femenino y feminista en un mundo dominado por el hombre, expresando los sueños, deseos y frustraciones de las mujeres a través de las obras teatrales, como "El egoísta", en que justifica el divorcio. Sus poemas destilan un sensualismo panteísta de carácter filosófico. El afán de experimentación resultó demasiado atrevido para el momento, de ahí el malestar de los censores. Era demasiado temprano en España para la denuncia y exhibición de los peligros de la libertad...






                                                                                     Mª Rosa de Gálvez



                         La historia de María Bellido es la historia de una heroína, "la heroína del agua". Nacida en Porcuna (Jaén) en el siglo XVIII, participó en 1808 en la batalla de Bailén, trascendental en la guerra de independencia española contra Francia. Mientras los hombres acudían a las tropas, ancianos, niños y mujeres realizaban la labor de aguadores, erigiéndose María Bellido en adalid de la valentía cuando, en medio de un ataque, le ofreció su vasija de agua al general Reding, sin inmutarse cuando una bala la rompió por lo que este hecho quedó fijado como símbolo de la resistencia popular. Ya en el siglo XX, la polifacética malagueña Isabel Oyarzábal es otro caso que ejemplifica el rescate con demasiada demora de una de las mujeres más completas en su labor, hasta el punto de llegar a ser embajadora en Suecia y Finlandia. Fue actriz, escritora, periodista y activista política y social. Militante socialista, fue la primera mujer Inspectora de Trabajo por oposición y primera diplomática española en el extranjero. Formó parte de una generación de feministas cuyas aspiraciones de cambiar las condiciones de la mujer en España se truncaron por la guerra civil. Se exilió y falleció en México. Escribió para el periódico "El sol" las "Crónicas femeninas" con el seudónimo de "Beatriz Galindo", cuyo nombre se dedicó a un Instituto madrileño, de extraordinario recuerdo en mi memoria. Isabel Oyárzabal Smith escribió sus memorias "Hambre de libertad" en inglés en 1940 y han tardado 70 años en ser traducidas. Testimonian la construcción de una vida propia y libre, de una conciencia política y de un compromiso con los ideales republicanos, denuncian la insolidaridad internacional e identifican el hambre como el anhelo de cambio y de acometer algo heroico.






                                                                                         María Bellido




                         La almeriense Carmen de Burgos arrastra el prejuicio de haber sido la amante y protectora de Ramón Gómez de la Serna, según ha sido transmitido por las memorias de Cansinos Assens, y ese filtro impedía una valoración correcta, pero sus méritos son indiscutibles. Como periodista fue la primera mujer corresponsal de guerra española y la primera en escribir una columna fija en un periódico, donde utilizó varios seudónimos, el más conocido "Colombine". Como narradora cultivó diferentes géneros y tradujo del italiano. Fue otra figura clave en la defensa de los derechos de la mujer, precursora del movimiento feminista por su actitud vital y sus ideas en defensa del divorcio, el sufragio universal, la supresión de leyes sexistas y el fomento de la libertad de la mujer por la educación y el asociacionismo. Julia Uceda, sevillana, es la primera poeta que ha obtenido el Premio Nacional de Poesía en España. Profesora en Estados Unidos e Irlanda, sus primeros libros muestran una poesía comprometida para evolucionar a otra de corte más reflexivo. Ha sido reconocida como Hija Predilecta de Andalucía y con la Medalla de oro a las Bellas Artes. Para la escritora y crítica Juana Castro, su obra posee una calidad y una vigencia que parece estar escrita ahora mismo por una autora joven. No podía faltar una mujer como ilustre representante de las ciencias e investigación. Mª Dolores García Pineda, nacida en Cádiz, ha realizado trabajos sobre bioquímica analítica en el Instituto Oceanográfico y en Aberdeen (Escocia). Estudió enzimología en Jerusalén y permaneció en el grupo de Severo Ochoa en la Universidad de Nueva York. Siempre se lamentó de las trabas y obstáculos que se encontró en su camino pero confesando su ilusión permanente por la ciencia. Y para concluir con un nombre más, entre otros muchos que podría citar, la malagueña Mª Victoria Atencia, esposa de Rafael de León, fue la primera española en obtener el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, por su obra poética de cuidadísima estética. Hija Predilecta de Andalucía, es doctora honoris causa por la Universidad de Málaga. Mujeres valientes y valiosas.






                                                                                   Carmen de Burgos

                       

                          De una forma o de otra, los representantes pasados o actuales que ennoblecen la sabiduría y la existencia de todo un pueblo comparten en su poliédrica heterogeneidad una característica común: fueron o son andaluces de raigambre ajenos al estereotipo convencional de Andalucía. Su proyección nacional o universal está exenta del tópico folclórico o regionalista y su contribución histórica representa una excelencia que se vale por sí misma. Así fueron, así son, así quieren ser: expansivos, híbridos, asomados a África y Ámerica. En esa personalidad múltiple se reflejan con el orgullo de una tradición rica y diversa, hijos de una Historia que es parte de su esencia, aunque a veces no haya sido del todo grata, con una memoria del pasado que cohesiona, pero también impulsa a ser capaces de construir sobre ese legado un futuro que siga vivo, cuando los andaluces de estos tiempos difíciles sólo sean un vestigio borroso como una leve pisada sobre la arena... Porque ya lo dijo el héroe Bernardo de Gálvez: El que tenga honor y valor que me siga, y el científico Alberto Castro Tirado nos recuerda: Es posible que no estemos solos en el universo. Los andaluces y las andaluzas de todos los tiempos irradian los destellos más deslumbrantes con el fulgor de su dimensión única y eterna. Son seres de luz. Lo dijo Blas Infante.

                     
                                                                                    Qué no daría yo...