lunes, 4 de julio de 2016

COSAS EXTRAORDINARIAS





              No es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca.


                                                                       Miguel de Cervantes


                                                                            
           
                                                Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.

                                                                            Albert Einstein




                            La capacidad de apreciar la dimensión estética de las artes, lejos de constituir una cuestión ornamental o erudita, es la esperanza de un tiempo de reconciliación del espíritu de la humanidad con el mundo. Cualquier objeto que provoque una emoción estética adquiere la categoría de arte. Así ocurre con el Museo Automovilístico de Málaga, inaugurado en 2010, en el que la colección de cerca de cien automóviles de épocas, estilos y marcas para todos los gustos otorga a 6.000 metros cuadrados del emblemático espacio de la antigua Real Fábrica de Tabacos de Málaga (La Tabacalera) el valor de lo inusitado, de lo singular y, sobre todo, de lo inesperado. Este edificio de estética regionalista con elementos renacentistas finalizado en 1927 ha sido magníficamente rehabilitado para su función actual por la arquitecta Carolina Serrano. La colección de automóviles, la más antigua de Europa, supone un extraordinario conjunto de modelos representativos de los grandes nombres míticos desde 1898 (Hispano Suiza, Bugatti, Bentley, Mercedes, Cadillac, Jaguar, Rolls Royce, Ferrari...), a los que se unen otras salas dedicadas a la evolución de la Moda en el siglo XX: Chanel, Dior, Lanvin, Yves Saint Laurent, Valentino..., en un universo de diseños de fantasía  envueltos a veces en un atmósfera teatral o cercana a la literatura como aquellos de los que surgen espectaculares cabezas de cerámica que recuerdan a las fábulas de La Fontaine, o los que aparecen relacionados con los automóviles del museo en una precisa contextualización histórica


               Además, el Museo apuesta por obras de arte inéditas, esculturas contemporáneas, instalaciones con aire futurista y por la eco-concienciación, a través de su espacio dedicado a las Energías Alternativas y la organización de eventos sostenibles. Belleza e historia se unen en esta exclusiva muestra de arte y diseño con ambiente de época, cultural y de entretenimiento. Un árbol dorado de cuyas ramas se desprenden faros de los años 30 evoca el previsible desarrollo del automóvil y la riqueza que esta industria aporta dando trabajo a millones de personas. Málaga se ha convertido desde hace unos años en el gran destino mundial de turismo cultural y es indudable que el Museo Automovilístico contribuye especialmente al logro conseguido. Es necesario que los propios habitantes de Málaga, esa ciudad inspirada por las musas con aliento a mar, conozcan a fondo el espléndido "museo" en que viven.





                Crucé el espejo del umbral para entrar en el mundo de las maravillas y sorpresas de un lugar "encantado" y encantador en uno de esos instantes decisivos al otro lado de la vida corriente. La música que sonaba la componía el rugir de varios motores de algunos de los automóviles, todos, menos cuatro, me dijeron, cuyo arreglo ha sido imposible. Entre los coches clásicos aparecían curiosos elementos decorativos, equipamientos y complementos de automóvil, alguno tuneado de forma inverosímil, otros adaptados a las energías alternativas como el peculiar modelo a vapor de 1910, el brillo refulgente de ejemplares exóticos y raros, coches cargados de historia y de recuerdos rodeados de automobilia y objetos típicos de la época para crear ambiente, piezas recicladas en lienzos artísticos... Encontré a un hombre australiano que había viajado para admirar un coche que no se podía ver en ningún otro lugar del mundo, al que fotografió hasta la última tuerca. Restaurados al más alto nivel, la colección ilustra la evolución estética y locomotora de la automoción a lo largo de tres siglos, un recorrido por el tiempo y la belleza, difícilmente admirable a no ser por un proyecto ambicioso convertido en realidad, como los sueños verdaderos. Quizá uno encuentre aquella marca o modelo que imaginó o vio en una película, en un desfile militar, en una carrera de coches o llevando a su actor o actriz preferidos. Tal vez no conozcamos marcas que sólo realizaron una pequeña tirada de la que sobrevive un ejemplar con ese valor de lo único para siempre. O vemos un modelo de Ferrari del que sólo quedan cuatro en el mundo. Los carteles informativos que acompañan a cada automóvil no sólo aportan los datos objetivos sino una visión de su historia y utilización, por lo que el conocimiento de todos ellos es completísimo.

               El Museo es el resultado del acuerdo al que llegó en 2004 el coleccionista portugués Joao de Magalhaes con la ciudad de Málaga: "¡O hacemos cosas extraordinarias o no vale la pena!". Por eso quiso recoger la obra iniciada por su padre, gran apasionado por la estética y la mecánica de los coches, cuya luna de miel realizó, en época de guerra, a bordo de un viejo Renault a gasógeno. Ya en Cannes comenzó su admiración por los Jaguars y entonces se animó a comprar lo que encontraba en Portugal por aquellos tiempos, los coches populares: los Austin, Morris, Citroen... (el coche del cura, el del boticario, el del médico...). El país no fabricaba coches propios y los más fáciles de encontrar eran los americanos. Con el progreso de Portugal la colección se ampliaba hasta que llegó la Revolución de los Claveles que obligó a vender muchos vehículos. Sólo se salvaron los que fueron escondidos en Verín cerca de la frontera portuguesa con Galicia, pasando clandestinamente de noche como vulgares productos de contrabando. Con la normalización de la situación política la colección renació de sus cenizas. Así que Joao de Magalhaes se propuso mejorarla (aun no entendiendo nada de mecánica), convencido de que en nuestros tiempos todo o casi todo ha sido ya visto y sólo merece la pena en la vida intentar lo excepcional en la creación o en el progreso, un lema de vida que a mí me ha apasionado siempre.




                Antes de su restauración, los coches, aristocráticos o plebeyos, se encontraban destrozados, algunos aparecieron en las circunstancias más extrañas, como en gallineros, o se consideraban irrecuperables, por eso nadie se atrevía a salvar del caos vehículos de todo tipo, de bomberos, de la policía, ambulancias, camionetas o coches funerarios. En algún caso, el motor sacaba agua de un pozo perdido en el confín del mundo o las ruedas servían para el carro de un agricultor, o bien sólo existía el motor y el bastidor y el resto aparecía abandonado en el campo como un esqueleto... Otros no tenían puertas ni faros ni asientos, ni siquiera motor, como el del Maserati cuyo vendedor olvidó en un embarcadero. Un Peugeot Eclipse resucitó tras permanecer enterrado durante la Segunda Guerra Mundial, y a un Jackson hubo que fumigarlo para que no extendiera el nido de arañas venenosas que crecía refugiado en su interior. O coches encontrados en lugares remotos, como el Jaguar de 1950 que llegó de Alaska, un símbolo de globalización anticipada, prueba de que el automóvil fue quizá el primer objeto en ocupar todo el planeta... Historias inimaginables, historias extraordinarias, historias de regreso a la vida.

               El Museo comprende diez espacios temáticos-temporales que comienzan con la Belle Epóque, periodo comprendido desde el final del siglo XIX hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial, un tiempo en que el automóvil comenzó siendo la continuación de los coches tirados por caballos y fueron decorándose con las pinturas artísticas del momento, al estilo del Moulin Rouge y Toulouse Lautrec. Coches "locos", "de paseo", "de picnic", el de la "silla de la suegra", de "estilo victoriano", "de turistas", el "Dandy", el "Pampero" o el modelo de Renault similar al que embarcó en el Titanic..., son ejemplos que reflejan exactamente las características de una fascinante época histórica. Tras ella, continúa la de los Años 20, etapa de gran euforia por el final de la guerra y de excepcional prosperidad económica. Una década que aportó cambios de comportamiento también en la moda y una creciente emancipación de la mujer que empieza a adaptar el automóvil como expresión de elegancia y seducción. El 25 de octubre de 1929, el llamado viernes negro, marcó el final. Sobresale un Hispano Suiza, español de 1917. La Hispano Suiza fue una empresa de automóviles de lujo y de carreras que también diseñó y fabricó motores de aviones y vehículos militares, siendo líder entre las dos guerras mundiales. La mascota de este automóvil es una cigüeña, símbolo que se eligió porque Hispano Suiza suministraba los motores para los aviones de guerra que llevaban pintada la cigüeña en sus alas.




                                                                  Buik 1916.  De viaje de novios a Málaga


                 Los coches se fueron democratizando con el paso del tiempo con la creación de modelos muy curiosos por su tamaño y forma: los Populars cars, vehículos con tres o cuatro ruedas con motores de gasolina de no más de 700 c.c. o batería de propulsión eléctrica, fabricados desde 1945. Muy armonioso en sus proporciones, Citroen concibió el primer automóvil para el público femenino, aprovechando el momento en que empezaba la liberalización de la mujer. El Museo exhibe un Morgan de tres ruedas con el motor exterior que corría mucho, por lo que fue utilizado por pilotos aficionados en carreras locales. Otros, sin embargo, alcanzaban poca velocidad, como el Velorex de Checoslovaquia, con carrocería de lona, que sólo podía correr hasta 30 km/h. El "huevo" (un Fuldamobile alemán) tuvo muchos seguidores, hasta el punto de que en una época en que no existía la globalización ni el cruce de culturas, se construyó en Grecia, Chile, India e Inglaterra.

                Los Años 30 configuran la edad de oro del automóvil. Esta década se identifica con la expresión artística "Art Déco", término que se aplicó con motivo de la Exposición de Artes Decorativas e Industriales Modernas de París. Este nuevo estilo de diseño, reformista, creativo e innovador, alcanzó un gran nivel de estética, elegancia y calidad, a través de las creaciones de los mejores artistas con auténticas obras maestras, como el Mercedes que por su técnica elevada fue adoptado rápidamente por los mandatarios nazis, el Lancia que se usaba en los desfiles del régimen de Mussolini, el Packard americano en que el Presidente Roosvelt se paseaba con el Rey de Inglaterra Jorge VI, el Pierce Arrow que fue el coche oficial de la Casa Blanca, el deportivo alemán BMW que dominó las carreras europeas, o el único Rolls-Royce con doce cilindros que reflejó con todo su esplendor la tradición de lujo de la marca. Por otra parte, un conjunto de modelos estéticamente avanzados a su tiempo fueron proyectados con el objetivo de impresionar por sus formas vanguardistas, extravagantes y futuristas. Como auténticas "esculturas rodantes" admiramos un Renault surrealista inspirado en Salvador Dalí, el modernista Cord, obra del mejor diseñador de coches de todos los tiempos, Gordon Buehrig, el Peugeot de techo retráctil ( muy complicado de restaurar porque estuvo enterrado durante la guerra), el Auburn que acompañaba al gran Gatsby y que estuvo expuesto en el Victoria & Albert Museum como una de las obras de arte más significativas del siglo XX, el Panhard et Levassor, con el volante en el centro... ¿para que el conductor fuera acompañado por dos mujeres, una a cada lado?, el belga FN que el propietario volvió a encontrar después de haberlo vendido a causa de la Revolución Portuguesa, un modelo deportivo, de carreras, con forma de barco, que fue el primer vehículo de ruedas que atravesó África en 1928 de norte a sur... Coches "de sueño" impactaron en la cultura americana en la época de Hollywood. Los Cadillac fueron el exponente máximo del estilo de los años 50 e icono de lujo y potencia, símbolo del "sueño americano", primeros coches americanos en llegar a Europa tras la guerra. Alguno se convirtió en coche de Jefe de Estado, como el Chrysler de 1956 de los que sólo se fabricaron once, uno perteneció a Mónaco y otro al Presidente de Portugal Craveiro Lopes. El Ford Thunderbird tuvo como propietario a Arthur Miller.

               Si a principios del siglo XX se hubieran mantenido y perfeccionado técnicas en la automoción como el coche a vapor o el eléctrico, quizás hoy el mundo estaría mejor en términos de polución, contaminación, recursos naturales y economía sostenible. En estos tiempos en que tanto se habla de energías alternativas y de coches ecológicos, se vuelve a intentar el retorno de sistemas que ya fueron populares hace cien años, que el Museo presenta en una visión de futuro en diseños exclusivos: el coche solar, el de hidrógeno y el de aire comprimido. Sobrecoge contemplar el Helicron 2, "listo para levantar el vuelo", prototipo creado tras el fin de la Primera Guerra Mundial cuando se hizo necesario reciclar los numerosos motores de aviación existentes. Sólo se conocen dos en el mundo: el expuesto en Málaga y el del Museo del Motor de Nashville, en Tennessee. Y asombra aún más el "extraterrestre alien" Hidrógeno de 2010 creado en exclusiva para este Museo en Alemania, cuyo combustible es simplemente agua; un mecanismo la descompone y la convierte en energía eléctrica, que alimenta a una batería que impulsa el motor: una apuesta de futuro junto al coche eléctrico.





                 Un exquisito grupo de modelos de marcas británicas representan la tradición y la calidad de la industria inglesa de la automoción, como la impresionante serie de Rolls-Royce que describen la evolución de la marca, con su famosa mascota, la "dama voladora" o "alada" conocida como "Espíritu del Éxtasis", modelada sobre la forma de Eleanor Thornton, Flying Lady. El "coche de caza" tuvo gran éxito entre los coroneles de la colonia inglesa en la India que lo utilizaban para cazar tigres. El "flower power" representa la filosofía hippie de los 60 y fue conducido por los Beatles en su máximo apogeo. La Rolls adquirió Benley en 1933 manteniendo las líneas habituales de la marca pero añadiendo calidad y valor técnico. Los modelos de Jaguar en su versión más tradicional y en la más deportiva son ejemplos del éxito británico en la automoción. En los años 50, los potentes coches deportivos con sus bellas líneas aerodinámicas se ponen de moda. Ilustran el auge económico de la posguerra y la espectacular mejoría del nivel de vida. Federico Fellini había proclamado: "La Dolce Vita sólo significa que, a pesar de todo, la vida tiene su dulzura profunda de la que no se puede renegar". Y así, para los playboys del momento los coches son sus mejores juguetes: Maserati, Porche, Jaguar, Alfa Romeo, Ferrari o el Aston Martin de James Bond, competían en belleza y velocidad. El legendario Mercedes con "alas de gaviota" no tiene parangón en cuanto a encanto, originalidad y victorias conseguidas.





                  De reciente expresión artística con origen americano son los automóviles tuneados, que transforman viejos y degradados coches antiguos en espectaculares creaciones innovadoras seguramente más atractivas que la pieza original: al ensanchamiento de carrocerías, fabulosas pinturas y llantas aparatosas, se unen detalles de calaveras o llamas, cristales de Swarovski... que originan modernas obras de arte contemporáneo, a las que no les falta fuerza y potencia, como al modelo "La bomba", con sus 530 caballos. El Ford inspirado en Julio Verne refleja la atmósfera y la imaginacion de los fantásticos viajes del siglo XIX por su forma, color y materiales, con su mítico motor V8 visible para ser admirado en un habitáculo transparente: se trata de un coche que más parece una escultura que un vehículo. No es difícil imaginar al Cadillac tuneado al estilo cowboy por el artista Paulo Rosa, recorriendo el desierto de Texas con un aventurero conductor al volante, todo un homenaje al estilo de vida norteamericano. El arte en el diseño puede disfrutarse también en las mascotas como la del Jaguar, símbolo de la elegancia y velocidad de sus coches, obra del escultor Gordon Crosby, que en este Museo se muestra en versión gigante exclusiva como una joya con más de 50.000 pequeños cristales Swarovsky. Y de una fantasía asombrosa, al salir del espejo, mis pasos, muy pocos, se encaminan al prodigio de la colección pictórica del Museo Ruso de San Petersburgo en otro pabellón de La Tabacalera, siempre frente al mar...

                 Conozco la polémica suscitada por la creación del Museo Automovilístico -incluso en ocasiones también por la del Museo Ruso-, y las críticas recibidas generalmente relacionadas con aspectos que tendrían que estar muy alejados de la cultura, esa gran dama que nunca debería ir al lado de malas compañías como las de la política, el personalismo y el dinero. Las quejas que, a veces, profieren curiosamente especialistas en arte deberían ponderarse, en mi opinión, teniendo en cuenta factores múltiples que no procede tratar en este espacio. Lo que es innegable es que no deben cuestionarse unos museos por motivos extraculturales, que en este momento constituyen un activo más en el desarrollo global de la ciudad de Málaga, aunque eso no suponga la exclusión de ninguna otra manifestación o propuesta cultural que sume en espacios, contenidos y tratamiento general a lo ya alcanzado en beneficio del progreso, innovación, enriquecimiento, mejora y perfeccionamiento de la capital que se ha convertido en referente mundial de avance multidisciplinar y de la realización de cosas extraordinarias de espíritu universal... Porque valen la pena.